Capítulo Uno

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El invierno no había sido mi mejor estación.

Después de acabar las clases, el verano llegó y, por consiguiente, el calor. Todos mis amigos y sus parejas habían optado por salir más. Ya sabéis, ir a tomar algún helado, ir a la playa, a la piscina... bueno, no iba a quedarme atrás... no después de haber estado esperando todo el eterno invierno al calor. Bueno, también había decidido a abrirme un poco más y... conocer a otras personas...

—¡_____!— Todd me sacó de mis pensamientos —Madre mía, chica, hoy estás en las nubes...

—Lo siento, Todd— No es que estuviera en las nubes... simplemente es que prefería concentrarme en la manera en la que la empleada de la tienda de helados en la que estábamos atendía a unas chicas en lugar de volver a escuchar lo maravilloso y perfecto que era su novio, Neo, por quincuagésima vez. Hasta para mí ya era suficiente.

—No importa, como te iba diciendo...— Se interrumpió a sí mismo y abrió los ojos y la boca a más no poder.

—¿Todd? ¿Qué pasa?— Pregunté, ya que me daba la sensación de que me estaba mirando a mí. Me miré de pies a cabeza por si tenía algo o si pasaba algo. Repentinamente, la mano de Todd me agarró la muñeca y me asustó —¡Todd!

—_____, no te gires de golpe, pero hay un chico guapísimo mirándote— Me sorprendí por lo que dijo y me di la vuelta rápidamente. Sentí un enorme calor en mis mejillas al ver a un atractivo chico pelirrojo, alto y delgado apoyado en la barra de los helados fumando y mirándome. No estaba a que los chicos me miraran, y mucho menos chicos como él.

—Seguro que mira a otra persona— Dije, dándome la vuelta para mirar a Todd.

—No lo creo, está mirando para acá, no para los lados, guapa.

—Todd— Le miré con una ceja alzada. Él puso las manos a la altura de sus hombros y se terminó el granizado —Voy a dejar esto.

Asentí y me enfoqué en terminarme el mío, hasta que me di cuenta de que Todd estaba tardando demasiado. Me di la vuelta en mi asiento, encontrándome con él hablando con el chico pelirrojo. En cuanto ambos me miraron y Todd me señaló, sentí como la cara se me ponía completamente roja. Lo primero que hice fue sentarme dándoles la espalda y hacer como si no hubiera visto nada.

Me toqué las mejillas y me empecé a decirme que no era posible que alguien como él pudiera haberse fijado en mí. La cosa es que yo no era una chica que llamara mucho la atención, ni la buscaba.

Mis nervios incrementaron en cuanto escuché pasos acercarse a mí. Agache un poco la cabeza y fingí no darme cuenta, con las esperanzas de que Todd se diera cuenta de lo incómoda que estaba, le dijera al chico que se fuera y regresáramos a casa dando por terminada la tarde. Por supuesto, las cosas no salieron así:

—_____— Di un saltito y me di cuenta de que Todd y ese chico estaban a mi lado izquierdo, y el pelirrojo no me quitaba los ojos de encima —Quiero presentarte a alguien.

«¡No! ¡No quiero! ¡Llévatelo!» Grité en mi mente, mordiéndome la lengua para no soltar aquella grosería. Procuré ignorar la penetrante mirada del pelirrojo todo el tiempo, centrándome únicamente en Todd.

—Su nombre es Zalgo— Dijo, mientras lo señalaba.

«¿Zalgo? ¿Qué nombre es ese?»

—¿Eres extranjero?— Le pregunté, mirándole por fin.

—¿Por qué preguntas?— Dijo.

—Digamos que Zalgo no es un nombre que que se escuche así como así — Él sonrió. Aquella sonrisa me puso algo nerviosa y pude sentir mis mejillas volver a ponerse calientes.

—¡Oh, bueno! Pues, me parece que Neo me ha llamado, así que me tengo que ir...— Mientras se alejaba, me lanzó una sonrisa picarona. Lo estaba haciendo a propósito el muy...

—¡Todd!— Salté, pero él salió corriendo.

«Oh, no... oh, no... ¡¡oh, no!!» Grite en mi mente. Ahora sí que estaba perdida.

—¿Quieres dar un paseo?— Me preguntó, extendiéndome la mano.

«¡No! ¡Solo quiero volver a casa! ¡No me mires así!»

—Yo... debería...— Sus ojos me paralizaron. Eran completamente negros, como la oscuridad. No pude negar que era muy guapo... y tampoco pude negarme a dar ese maldito paseo, de modo que cogí su mano y salimos de la heladería en la que estábamos.

Dimos un agradable paseo por la costa, ya que la playa no estaba muy lejos de la heladería. Pude darme cuenta bastante rápido de que era un chico que llamaba mucho la atención, todo lo contrario que yo. No soltó mi mano en ningún momento, lo cual me pareció extraño. Tal vez no quería que las chicas le acosaran, pues todas las miradas iban hacia él.

—¿De dónde viene el nombre de Zalgo?— Pregunté.

—¿Por qué preguntas eso?— Me miró. Yo me encogí de hombros.

—Simple curiosidad. Quiero decir, no es un nombre muy común... ¿qué significa?

—¿Te gusta jugar con fuego?— Lo dijo esbozando una sonrisa, pero me pareció más una advertencia de que, si no dejaba el tema, algo malo me pasaría. No volví a tocar el tema.

Cuando el sol empezó a ocultarse, él se ofreció a acompañarme a casa. Sin embargo, ahí pude negarme. ¿Llevar a un chico desconocido a mi Casa? En primer lugar: era peligroso. Y en segundo, mi madre se haría ilusiones...

—Ha sido muy agradable, gracias— Dije. Aún tenía la voz algo temblorosa —Me gustaría repetirlo.

«¡Para el carro, _____!» Me grité a mí misma. Aquello lo había dicho sin pensar.

¿De verdad quería volver a verle? Algo en él no me daba buena espina...

—Por supuesto— Se acercó a mí y sentí su respiración en mi oreja —Esperaré detrás de la pared...

«¿¡Qué demonios!?»

Besó mi mejilla y caminó hasta que lo perdí entre la gente.

INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora