—¡No, espera!— Exclamé. De tanta prisa que el chico me metía, tropecé en las escaleras y caí rodando hasta el piso de abajo. Cuando caí, al hacerlo sobre mis muñecas, solté un grito de dolor. Sin embargo, él me volvió a levantar y me empujó para que saliera por la puerta.
Admiré el bosque de noche, orientándome únicamente por la luz de la luna y las pocas estrellas que se veían en el cielo debido a la contaminación lumínica que emitía la ciudad, que no estaba tan lejos del bosque. La luna era llena, y por unos instantes me pareció que me estaba observando. El poco aire valiente digno del verano hacia mover las hojas de los pinos, haciendo que imitaran un sonido parecido a los susurros.
El terror volvió a invadir mi cuerpo y me puse muy nerviosa.
Comencé a sentir mareos y a tambalearme conforme caminaba lentamente por culpa de la cuerda que apresaba a mis tobillos. Temía desmayarme, aunque en ese momento no me parecía una mala idea.
«Zalgo...» Susurré para mis adentros. No sabía cuánto llevaba así, pero, desde que había llegado a esa casa... desde que me crucé con Jeffrey en el comienzo del bosque... mi mente no había dejado de llamar a Zalgo, como si él en algún momento pudiera venir y... salvarme...
El chico me dio un empujón algo más fuerte que los demás y me hizo caer de rodillas al suelo. Cuando alcé la vista, me encontré con Jeffrey, la muchacha de la sudadera púrpura, algunas personas más y aquel ser exageradamente alto sin cara. Este último, se acercó con tranquilidad a mí.
—¿Seguro que la tiene ella?— Preguntó uno de ellos.
—Seguro. Zalgo ha estado detrás de ella todo el tiempo... e Insane también— Respondió el ser sin rostro. De su espalda salió una extensión de color negro que se acercó a mí y alzó mi barbilla. La textura era viscosa y desagradable, me dieron náuseas y recé por que me soltara.
—¿Y cómo piensas sacársela, fideo?— La voz de Jeffrey me hizo temblar.
—Si la estrella está dentro de ella, es evidente que hay que abrirla para sacársela— Abrí los ojos como platos y trague saliva con dificultad mientras un sudor frío me bajaba por las sienes y la espalda, haciendo que la camiseta se me pegara.
—Entonces, ¿qué tal si le hago un corte en el estómago a ver qué pasa?— Jeffrey sacó su cuchillo.
—¡¡N-no!!— Exclamé.
—¿No?— El joven sonriente soltó una carcajada —Creo que ahora mismo no puedes negarte a nada, princesita— Caminó hacia mí.
—¡No te acerques...!— Retrocedí como pude. No sirvió de nada —¡No!
Repentinamente, mi estómago brilló. Fue una luz oscura. Un destello negro que empujó a Jeffrey y le hizo car al suelo de espaldas. Me horroricé, los mareos se intensificaron y mi vista se comenzó a hacer borrosa.
—Mierda...— Susurró Jeffrey.
—Por eso necesitamos la estrella...— Susurró el ser alto —, tiene suficiente poder como para derrocar a Zalgo. Sin la estrella pierde poder, y si lográsemos apagar la vela... estaría acabado.
—Zalgo...— Susurré. Entonces ahí sí caí al suelo de bruces. Jadeaba rápidamente y todo mi cuerpo temblaba. No estaba segura de si me desmayaría o acabaría muerta.
—Tenemos que sacársela ahora— Jeffrey se volvió a acercar a mí, pero algo le volvió a echar hacia atrás. Esta vez con tal fuerza que se estrelló con El tronco de un árbol que, segundos más tarde, cayó.
—De eso nada, fideo— Reconocí aquella voz. Una voz que había estado tratando de ignorar desde que la escuché por primera vez... sin embargo, en ese momento sonreí aliviada.
—Tú...
—La estrella es mía. Y la chica también— Dijo —No puedes tocarlas a ninguna.
—Estás acabado.
—¿En serio? ¿Tú crees?— De repente, mientras ellos discutían, alguien me agarró por detrás y me colocó algo afilado en el cuello, impidiendo moverme. Jeffrey rió.
—No te muevas, encanto— Me susurró al oído —Si lo haces te dolerá más...
—¡N-no...!— Con un rápido movimiento, clavó su cuchillo en mi estómago.
Solté un grito de dolor. Era horriblemente doloroso. Sentí mi piel romperse ante aquella puñalada, sentir la punzada en mi estómago... era una sensación demasiado dolorosa e indescriptible.
Zalgo se giró a verme y pude ver que en sus ojos se reflejaban la preocupación y la ira mezcladas con la impotencia.
El cuchillo se deslizó hacia la izquierda, cortando más y sentí la sangre salir por aquella enorme herida. Mi boca estaba abierta a más no poder, de la cual también salía sangre. De mis ojos, muy abiertos por el dolor y mirando al cielo, se escapaban lágrimas sin parar y mi cuerpo entero se estremecía.
Algo sólido salió de mi cuerpo y entonces Jeffrey me soltó, cogió aquella cosa y salió corriendo.
—¡¡Woods!!— Gritó Zalgo —¡¡Maldito bastardo!!
Mis ojos comenzaron a cerrarse. No sentía otra cosa que no fuera dolor. Mamá..., papá..., todos... los iba a perder a todos, y tenía miedo...
Noté el olor y el sabor metálico de la sangre. Sentí que me habían extirpado la vida y esta se desprendía de mí con dificultad, como si intentara aferrarse a mí con las uñas, aunque no lo conseguiría.
Empecé a ver cada vez más oscuro.
Escuché pasos acelerados que se acercaban más a mí, pero, aunque fuera alguien dispuesto a ayudarme, supe que no había nada que hacer, que estaba perdida... y ni siquiera podía despedirme de mis seres queridos.
¿Había algo peor...?
Tal vez el hecho de que iba a morir más joven incluso de aquella fecha límite que me dieron... y no precisamente por cosa de una enfermedad...
Escuché una voz lejana, y luego... el mundo entero oscureció.
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INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADA
FanfictionDesde pequeña, ella sabe que la vida no es un camino de rosas y que no se puede fiar de nadie, sabe lo injusta que ésta puede ser y que no era más que un peón en el inmenso ajedrez del rey de la oscuridad... aquél que esperaba... Destrás de la pared...