Me paré en seco al ver a Zalgo parado frente a mí, con una sonrisa en los labios, esa sonrisa tan perfecta que quería odiar... pero no podía. Estaba parado al lado de las escaleras, con una mano apoyada en su cadera y sin apartar los ojos de mí.
—¿Qué quieres?— Pregunté de mala gana, queriendo hacerle ver que no buscaba su compañía.
—Me agrada que hayas venido esta noche a este restaurante.
—No ha sido mi decisión— Dije, cruzándome de brazos mientras lo miraba esperando que captara la indirecta. Zalgo soltó una risita y me echó un vistazo de pies a cabeza. Me puse roja de nuevo e intenté controlar los temblores de mis piernas.
—Estás muy guapa— Me dijo —Nunca pensé que te vería con falda.
—Ya. Gracias— Puse los ojos en blanco y caminé hacia las escaleras, pero me cortó el paso —¿Qué crees que estás haciendo?— Le pregunté, empezando a cabrearme.
—Nada— Respondió, acorralándome en la pared.
—Déjame, no me apetece jugar contigo— Dije. Sin embargo, no estaba haciendo nada para detenerlo. ¿Qué me estaba pasando?
—No veo que me lo impidas...— Susurró. Su cara se fue acercando a la mía y yo intenté encogerme un poco en la pared.
—No me gustan tus juegos.
—No es un juego, querida— Cogió mi mentón y me lo alzó con delicadeza para que le mirara. No me creí nada de lo que dijo. Estaba cien por cien segura de que estaba jugando al gato y el ratón. Por supuesto, ya sabrás cuál es el papel de los dos.
Mis ojos se movieron de un lado a otro, buscando una salida. Zalgo probablemente se había percatado de ello.
Golpeé levemente su brazo y pasé por debajo, escapando de él y quedando al pie de las escaleras. Él me miró sorprendido y yo sonreí victoriosa.
—Como ya he dicho, no me gustan tus juegos— Salí corriendo escaleras arriba y volví con mamá.
—Hija, ¿se puede saber por qué has tardado tanto?— Preguntó mamá en cuanto me senté en la mesa —Las gambas se te van a quedar frías. He probado una y ya estaba perdiendo el calor— No era como si tuviera mucha hambre.
—Un contratiempo— Respondí algo enfadada. Mamá se inclinó un poco en la mesa.
—¿La regla?
—¡No!— Exclamé en un susurro —Se me fue la semana pasada, mamá— Puse los ojos en blanco y me llevé una gamba casi fría a la boca.
Después de comer, nos trajeron la cuenta y dos caramelos de menta cutres. De estos que se consiguen en cualquier kiosco o en tiendas de chuches. Me llevé el caramelo a la boca y me levanté de la mesa antes que mamá.
Al llegar a casa, yo cogí mi libro y me senté en el sofá, mientras que mamá se centraba en los mensajes que había recibido mientras estábamos fuera.
—Cariño— Mamá me sacó de mi lectura. Cuando la miré, me di cuenta de que ya no estaba feliz.
—¿Ocurre algo?— Pregunté, dejando el libro en la mesita frente al sofá.
—Ha llamado tu padre— Respondió. enseñándome que en su móvil había dos llamadas perdidas de papá —Dice que te toca pasar el verano con él— Se me cayó el alma a los pies. Mamá y yo esperábamos pasar el verano juntas, y yo con mis amigos. Pero era lo justo, el año pasado estuve todo el verano aquí —Viene a recogerte pasado mañana, así que ve haciendo las maletas.
—Si quería que fuera con él, podría haber llamado más pronto— Susurré.
Mamá y yo vimos la tan esperada peli de Tom Cruise y luego cada una se fue a dormir. Por desgracia, no tenía sueño. Creo que estuve hasta las tres y media hablando con Adara, contándole todo, hasta la película que vimos mamá y yo. Su reacción fue la más esperada:
‹NO PUEDES IRTE! EL RESTO DEL VERANO!? TU PADRE ESTÁ BIEN!? ES QUE QUIERE DEJARTE SIN VIDA SOCIAL!?›
‹TAMPOCO ES TAN GRAVE, ADY. ME VOY PASADO MAÑANA› Dije. No era fácil decirlo ni escribiendo.
‹ENTONCES VOY A AVISAR A TODOS. TE HAREMOS UNA DESPEDIDA› Y no me volvió a hablar en toda la noche. No sé cómo me las ingenié, pero conseguí quedarme dormida con el móvil en la mano.
A la mañana siguiente me desperté sobre las doce y media y ni siquiera tenía ganas de desayunar. Estuve haciendo las maletas con la ayuda de mamá mientras escuchaba música. Después de que todo estuviera listo, me dejé caer sobre la cama y empecé a dibujar en un cuaderno que tenía por ahí.
Después de comer, me encontré con unos doscientos mensajes en mi grupo de amigos. Todos me pedían quedar a las cinco y Media, que había una fiesta en la playa y que sería genial.
—Bueno, no tengo nada mejor que hacer...— Susurré. Además, era mi último día cerca de la playa y quería estar con mis amigos.
El rostro sonriente y burlón de Zalgo me vino a la mente. Si me lo he estado cruzando durante estos días desde que lo conocí, nada impediría que me lo volviera a cruzar en la fiesta. La ley de Murphy: si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal.
—No importa— Susurré —Una fiesta en la playa. En las fiestas suele haber mucha gente. No creo que me encuentre— Intenté convencerme a mí misma, pero no parecía servir. Solo podía dejarlo todo en manos del destino... o de mi mala suerte.
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INMORTAL |Zalgo y tú|© FINALIZADA
FanficDesde pequeña, ella sabe que la vida no es un camino de rosas y que no se puede fiar de nadie, sabe lo injusta que ésta puede ser y que no era más que un peón en el inmenso ajedrez del rey de la oscuridad... aquél que esperaba... Destrás de la pared...