Capítulo 12

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Yuri aún no podía creer que la confesión de Yuuri fuese real, ni siquiera cuando en ese mismo momento estaba abrazado con el japonés.

En su mente reconocía que tenía miedo de que este fuera uno de sus muchos sueños donde era correspondido. La respuesta a sus dudas llegó pronto: su garganta comenzó a doler y no pudo evitar toser fuertemente.

-Oh-Oh. -Murmuró, separándose de Yuuri, que lo miraba con una ceja alzada y una sonrisa traviesa.

-¿Qué tenemos aquí? -Bromeó. -¿Un gatito que intentó ser callejero y enfermó?

Yuri lo golpeó en el hombro.

-Cállate. -Masculló, inflando con aire sus mejillas, en un mohín infantil. -Si salí tan tarde y no volví, fue por tú culpa, cerdito. Además, no te queda el ser el bromista aquí. Ése soy yo.

Yuuri rió suavemente, para luego apartar una de la hebras rubias que descansaba sobre el párpado izquierdo del ruso. Seguido de eso, acarició su mejilla.

-Te quiero, Yuri. -Dijo, mirándolo fijamente y sin sonrojarse ni un poco. Pero por el contrario, el aludido se sonrojó hasta las orejas.

-¡Ya dijiste eso antes! -Exclamó, girando la cabeza hacia otro lado para que el otro no se diera cuenta de su bochorno. -No es necesario repetirlo...

Aunque eso último era una pequeña mentira. Porque por un lado, en serio no era necesario repetirlo porque ambos ya se habían confesado; pero a la vez, a Yuri le gustaría oír la vergonzosa frase todos los días, por lo que sí era necesario que lo dijera mil veces si quería.

Agh... ni siquiera yo me entiendo. Pensó.

-Pero quiero hacerlo. -Le sonrió el japonés. -Han sido muchos años los que me he estado guardando e-

Un fuerte ataque de tos de Yuri lo interrumpió.

-¿Estás bien? -Preguntó rápidamente el castaño, sosteniendo a Yuri por los hombros. -Será mejor que volvamos a casa. Todos están preocupados y... tu cuerpo no está nada bien.

-Uhm. -Asintió Yuri. Yuuri se puso de pie y le tendió una mano al rubio, quien no dudó en tomarla.

Luego de que el ruso estuviera de pie, Yuuri aprovechó que aún estaban cogidos de la mano, para atraer al rubio hacia su cuerpo.
Lo rodeó con un brazo.

Yuri se sonrojó por la acción, pero no dijo nada ni se quejó, porque le gustaba estar así.
Por otro lado, Yuuri se sentía mejor que nunca. Nunca las mariposas revoloteando en su estómago se habían sentido tan bien como en ese momento.

Mientras caminaban, Yuuri hizo una llamada grupal para comunicarles a todos que había encontrado a Yuri y que iban de camino a casa.

Quince minutos después, toda la familia estaba reunida en el onsen abrazando y regañando a Yuri al mismo tiempo.

-¡Mocoso malcriado! -Gruñía Nikolai, abrazando fuertemente a su nieto. -¡No vuelvas a hacerme esto nunca más! ¡¿Me oyes?! -Su voz era una mezcla de enojo y alivio.

Yuri sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras correspondía el abrazo de su abuelito.

-Lo siento... -Dijo con la voz rota. -No lo volveré a hacer... te lo juro...

-Más te vale. -Lo amenazó, mientras acariciaba la mejilla de Yuri con la suya.

-Además... tú fuiste quien me crió, abuelito... -Dijo Yuri, riendo bajito y con las mejillas levemente sonrojadas por las caricias de su abuelo. ¡Ojalá siempre fuera así de cariñoso!

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