Capítulo XXV: La Decisión de Nene

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     Nene se sacó la  ropa mojada y la cambió por una muda seca. Lelouch mandó a Nunally a dormir para poder pasar el resto de la noche con Nene y explicarle todo. Encendió la chimenea en una habitación y cubrió a la chica con una manta de color arena. Sayoko les preparó un poco de té antes de retirarse a sus aposentos.

     —Tengo una condición —dijo Lelouch sentándose frente a la chica.

     —Creo que no estás en posición de exigir nada —le espetó ella y soltó un estornudo.

     —Te dije que enfermarías —reclamó Lelouch y le entregó un pañuelo.

     — ¿Qué condición?  —cedió Nene, todo lo que quería era aclarar sus dudas de una vez por todas.

     —Necesito que me prometas que nunca hablarás de lo que voy a contarte —dijo Lelouch, Nene se percató de que el muchacho hacía un enorme esfuerzo para evitar usar la voz fría de Zero—. Confío en ti, no quiero que hables de mi pasado con nadie. ¿Entendido?

     —Sabes que jamás lo haría —respondió Nene—. A pesar de que seas un asesino, no te traicionaría.

     Lelouch sonrió.

     —Bien… —dijo y tomó una bocanada de aire para comenzar su historia—. Soy hijo del emperador Charles Zi Britannia, Nunally y yo somos parte de la familia imperial…

     Nene cubrió más su cuerpo con la manta mientras escuchaba el relato de Lelouch. Por alguna razón le parecía que bien podría excusar al muchacho tras conocer las razones por las que se comportaba de esa manera. Después de todo, ¿estaba ella libre de pecados al convertirse en piloto de una máquina tan destructiva como el Gawain?

     Aún cuando Darlton lo había enviado a dormir cinco horas antes, Yuu seguía montado en el asiento del piloto de un Gloucester sin lograr que la máquina avanzara siquiera un paso. No dejaba de golpear el tablero de controles con ambos puños con la esperanza de que eso sirviera para que comenzara a moverse. Estaba decidido a hacer que la máquina funcionara.

     Mirando los infructuosos esfuerzos del muchacho, Airu se resguardaba en la oscuridad de un rincón. Opossumon y Damemon la acompañaban, los tres miraban a Yuu completamente angustiados.

     —Es perseverante —comentó Airu distraídamente—. Pero… No es Yuu.

     —Debes entender que se trata de su hermana mayor-dame —intervino Damemon—. Yuu quiere rescatarla a cualquier costo-dame.

     —Se refiere a sí mismo como un Eleven —le recordó la chica—. ¿Qué japonés querría que se llamara de esa manera? Suena tan… Es tan despectivo…

     —Espero que nada de esto lo afecte demasiado-dame —fue la respuesta de Damemon, Airu supo que le estaba dando la razón—. Yuu debe saber a qué mundo pertenece-dame.

     —Sí —secundó Opossumon—. Y éste no es su mundo.

     —No es nuestro mundo —terció Airu—. Kudou tiene razón, no debemos intervenir en las batallas que Britannia pueda tener contra Zero.

     —Principalmente porque no sabemos quién es el lado bueno —dijo Opossumon.

     —Zero pelea en contra de Britannia-dame —razonó Damemon—. Tiene que haber un motivo-dame.

     —Exacto —dijo Airu—. Me pregunto si… Si no estamos conviviendo ahora mismo con el enemigo.

     —No somos de éste mundo, Airu —le recordó Opossumon—. No son nuestros enemigos.

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