Capítulo XLVIII: Forzed DigiXros

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     Fueron segundos que parecieron eternos. ZeekGreymon se quedó quieto cuando vio el rifle del Lancelot apuntando hacia él. Lelouch ordenó a sus tropas que se detuvieran para poder observar todos cómo se comportarían Suzaku y ZeekGreymon. Estaban quietos. Mirándose el uno al otro. 

     —Nene —dijo Lelouch con voz queda en el interior del Gawain—. Si alguno de tus amigos interfiere, quiero que lo aniquiles.

     —Sí, Zero —respondió la chica sin quitar la vista de la pantalla donde podían ver el exterior.

     Dentro del Lancelot, Suzaku estaba igual o más anonadado que la piloto del Guren. ¿Por qué motivo arriesgaba su vida por la que era su enemiga? No hubo tiempo de pensar ni ponerse filosófico pues ZeekGreymon embistió al Lancelot. Suzaku se recuperó del golpe y atacó con la espada del Lancelot. Se reanudó la batalla y Nene se vio rodeada por los ataques de OmegaShoutmon y Xros Up Ballistamon, así que dejó de proteger al Lancelot para poder defenderse.

     — ¡Sparrowmon, ve con Kururugi!  —exclamó la chica.

     Sparrowmon salió del Xros Loader y voló a toda velocidad para unirse a la contienda.

     Mervamon luchaba hombro con hombro junto a Milly Ashford. El Guren, Sparrowmon y el Lancelot hacían un gran equipo. ZeekGreymon no se daba abasto entre sus tres enemigos, ni siquiera Kiriha podía darle órdenes que ayudaran a esquivar los ataques. Taiki seguía horrorizado e indispuesto. Parecía que estaba saliendo de un acceso de locura.

     Si el campo de batalla era un caos, el escondite de los Elevens era mil veces peor.

     Cutemon se encargaba de curar las heridas menores luego de haber auxiliado a quienes estaban gravemente heridos. Tagiru y Gumdramon intentaban hacer que los Elevens mantuvieran la calma.

     No era nada sencillo.

     — ¡Cálmese, señor!  —decía Tagiru mientras sacudía a un anciano que gritaba sin control con el rostro desencajado.

     Tagiru no podía explicarse cómo era que Taiki había ordenado tan atroz ataque. Tenían suerte de no haber asesinado a nadie… Aún. Sabía que no podían quedarse ahí para siempre. Tenía que comenzar a evacuar a los civiles antes de que también aquél edificio se derrumbara.

     — ¡Oigan!  —exclamó en voz alta y sacudió ambos brazos para llamar la atención.

     — ¡Pongan atención!  —secundó Gumdramon.

     Los Elevens tardaron un poco en acallar sus voces.

     — ¡Tenemos que movernos!  —Decía Tagiru—. ¡Corremos peligro aquí! ¡Les pediré que se organicen para abandonar este sitio! ¡Formen grupos de cinco o diez personas! ¡Mi compañero, Gumdramon, los guiará!  —dijo, señalando a Gumdramon.

     La respuesta no se hizo esperar. Los grupos de Elevens comenzaron a salir de cinco en cinco. Tagiru se fijó entonces en las dos personas que se refugiaban en un rincón. Una sirvienta y una niña castaña en silla de ruedas.

     —No puede ser.

     Tagiru sintió que algo en su interior se quebraba. ¿Nunally había estado ahí desde el principio? Sintió la furia irguiéndose dentro de sí y deseó poder golpear a Taiki por su decisión absurda de atacar un sitio lleno de personas inocentes. Se acercó a Nunally casi al trote.

     — ¡Nunally!  —la llamó.

     La pequeña respiraba agitadamente y sujetaba con fuerza la mano de Sayoko. Su lenguaje corporal hacía evidente su temor. Se sobresaltó al escuchar la voz de Tagiru y extendió su mano libre para intentar alcanzar al chico.

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