Capítulo 21

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Maratón 2/5


Pasamos por unas calles bastante alejadas de donde yo acostumbraba a andar, los árboles rodeando las calles hacían que se viera todo más oscuro aunque fueran las once de la mañana. El auto se detuvo en un semáforo y Agustín me miró nervioso, yo le sonreí. Unas cuantas cuadras más y entramos a una zona un poco peligrosa, había gente tirada en el suelo y parecían borrachos, los perros iban en manada ladrando de un lado a otro ahuyentado a la gente que pasaba, las paredes de las casas estaban rayadas con mensajes ordinarios y había edificios de tres pisos en pésimas condiciones. Agustín se detuvo frente a una casa de aspecto pequeño, estaba pintada de color blanco aunque estaba muy desgastada. Una ventana estaba rota y tenía cinta adhesiva para que no se salieran los pedazos de vidrio. El "jardín" estaba lleno de tierra y solo había un árbol al costado derecho. Había muchos niños en la casa de en frente y unas señoras en la casa de al lado conversaban apoyadas en sus escobas. Agustín hizo una mueca y suspiró, luego me miró y abrió su puerta para bajarse, yo hice lo mismo y él caminó hasta la puerta de la casa blanca.

-No me esperaba que fuera así.

-¿Nunca habías venido?

-No. -Tocó el timbre y se oyeron unos pasos dentro de la casa, Martina apareció tras la puerta.- Hola.

-Pensé que era una broma que vendrías.

-No lo era. -Dijo serio. Ella asintió y se hizo a un costado para que pasáramos.

-Pensé que vendrías solo.

-No piensas bien entonces. -Codeé disimuladamente a Agustín y él me miró con una ceja levantada.- ¿Y bien?

-Nicolás esta terminando de vestirse. Eh, sientense. -Ambos lo hicimos en un sillón grande y ella se sentó en uno individual. Se oyeron pasos en el pasillo.

-¿Has visto mi camiseta de...? Hola. -Saludó al vernos.

Agustín se quedó mirándolo, ví brillo en sus ojos. Miré a Nicolás, el niño era castaño como Agustín, tenía el pelo corto y sus ojos eran celestes como los de Martina y era de piel clara como Agustín. Sus ojos eran grandes y sus labios se parecían mucho a los de Agustín, su expresión al fruncir el ceño fue ver a un pequeño Agustín, y cuando le sonrió a su madre ví que eran realmente casi iguales.

-¿Quiénes son? -Le preguntó.

-Oh, eh...

-Soy Agustín y ella es Carolina. -Él habló de lo más normal.

-Soy Nicolás. -Agustín le sonrió sin mostrar sus dientes.- ¿Has visto mi camiseta? -Volvió a preguntarle a Martina.

-Nicolás... Hay algo que tengo que decirte.

-¿Aún no le hablaste de mí? -Le preguntó Agustín con el ceño fruncido.- Te dije hace tres días.

-No encontré el momento. -Le interrumpió Martina.- Nicolás... ¿Recuerdas que me preguntabas por papi?

-Si. -Dijo el niño confundido.

-Bueno... Agustín... -¿Realmente se lo iba a decir así como así?- Él es tu papi, Nico.

-¿Tú eres mi papi? -Le preguntó el niño incrédulo a Agustín, él asintió despacio.- ¡Te odio! -Le gritó y yo no pude evitar abrir mis ojos increíblemente grandes, Martina me imitó y Agustín lo miró con una ceja levantada.

-Me vale mierda. -Le respondió Agustín y se puso de pie.- Vámonos.

-¿Qué? -Lo miré con los ojos bien abiertos. Me volteé a Nicolás, él miraba con resentimiento a Agustín.

En su cama • Aguslina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora