Capítulo 8

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Anoche me había alejado de él, me fui a mi habitación y cerré la puerta con seguro mientras rogaba que él no fuera por la llave y entrará sin mi permiso. Cuando mi despertador sonó me levanté rápido para darme una ducha. Al terminar bajé hacia la cocina y ví a Valentina preparando alguna nueva receta, la saludé y comenzamos a charlar.

-¿Cómo va todo? -Me preguntó Valentina.- Sobre él.

-Ah. Anoche hable con él, y yo... Le dije que no me acostaría con él hasta saber la verdad de Martina. -Me asusté al ver como Valentina se trapicaba con su café y tocía sin parar. Golpeé su espalda para ayudarle mientras ella miraba hacia arriba y levantaba sus brazos.

-Dios, Carolina. -Se rió mientras trataba de calmar su respiración.- No se como eres capaz de hablar asi con él.

-Yo tampoco, Valentina. Pero sabes que cuando algo se me mete en la cabeza...

-Nadie lo saca hasta tener respuestas. -Terminó la frase por mí.

-¿Crees que me lo diga con tal de acostarse conmigo?

-Si. -Me respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo.- De seguro que si.

-¿Este domingo tienes día libre?

-Como todos los domingos. -Me sonrió.- ¿No extrañas tu libertad?

-Mmm...

Cuando firmé contrato con Agustín, y antes de que tuviera mi entrevista con él, siempre planeé trabajar los siete dias de la semana en su casa. Sin vacaciones, porque si quería estar con el, debía estarlo. A veces extrañaba mis salidas con Valentina, pero había que ver el lado positivo: Sí a fin de cuentas yo no terminaba con Agustín, al menos tendría mucho dinero ahorrado.

-A veces. -Respondí luego de mi reflexión.

-Me gustaría volver atrás. -Dijo nostálgica, negué.

-No, así estoy bien. Aún deseo que Agustín decida hacer vacaciones así nos lleva.

-Todos esperamos eso, Carolina. -Rió.- Espero que él te diga sobre ella, así te metes de nuevo en su cama. -Me miró riendo, sí, era lo que yo también quería.

Era domingo, los días pasaban y él no me decía nada sobre ella. Me había buscado más de una vez para que yo cayera en sus encantos, pero eso no pasaría. Estaba encaprichada y hasta que no tuviera lo que quería, él no tendría lo que quería. Claro, estos rechazos a él no habían sido sencillos. Realmente pensé que una noche me violaría.

Flashback.

Estaba en mi cuarto, las doce marcaba el reloj de mi mesa de luz. Terminaba de poner crema en mis brazos cuando la puerta de mi habitación fue golpeada, me puse de pie y al abrir ví a Agustín del otro lado. Su rostro era extraño, sus ojos estaban caídos y tenía una sonrisa tonta en sus labios. Pasó y me apoyo en la puerta mientras se cerraba.

-Estás sexy.- El olor a alcohol llegó hasta mí, estaba borracho, se notaba en su voz.

-Alejate. -Le dije seria y firme, pero él rió negando.

-No, Kopelioff. -Sus palabras se arrastraban, se acercó a mi y me besó fuerte. Traté de separarme en un intento fallido porque sus manos no soltaban mi brazos.

-Basta. -Apenas pude me alejé, lo miré seria mientras el fruncía el ceño.- Alejate de mí.

-No. -Trato de besarme, pero le evité.

-Ya te dije, hasta que no me digas de Martina no tendrás nada de mí. -Él gruñó furioso.

-¿Por qué tanta mierda con Martina, eh? ¿Qué importa ella? No te diré nada y tú harás lo que yo te diga, ¿Escuchas, Carolina? -Sus palabras eran firmes aunque se le enredaban.

En su cama • Aguslina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora