XII

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Alec abrió los ojos y lo primero que logró enfocar fue el candelabro de cristal sujeto en el techo.

—¿Magnus?— llamó al tiempo que se levantaba dando cabeceadas y cubriéndose la vista con la mano ante la incadescente luz del techo, estaba metido en la cama... la cama que compartía con Magnus, estaba en el loft de Magnus. Un paño húmedo resbaló de su frente y fue a parar a su pecho, lo miró un rato sin mirarlo realmente, estaba confundido, no porque no entendiera cómo es que había llegado ahí, sino porque notaba un constante palpitar en la cabeza, como si miles de voces distorsionadas intentaran hablarle al mismo tiempo, no entendía sus palabras, no sabía siquiera si eran voces, solo quería que se callaran.

—¿Ya despertaste, amor?—Esa voz sí la reconoció, traspasó la bulla en su mente, como una flecha apaciguante que disipó todo el ruido en un instante. Magnus entró a la habitación con un recipiente con agua en las manos, lo dejo en el buró que estaba a un costado de la cama, cuando se sentó en el borde junto a Alec. Le tentó la frente con el dorso de la mano sin reparo, había intranquilidad en su expresión, cómo le dolía a Alec verlo así, sabiendo que era por su causa que estaba preocupado.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Pasó que te desmayaste en la pista de baile. Bueno, en realidad te desmayaste sobre mi.—dijo, y le dio unas cachetaditas con las yemas de los dedos.—Te saqué a rastras como costal de patatas. Nadie se dignó a ayudarme, a lo mejor pensaron que no eras más que un borracho que les iba a vomitar encima.

—¿Ah, sí?—dijo y se sintió avergonzado, la verdad es que no podía recordar mucho de lo que había pasado, ¿había bebido siquiera? Sólo se vió a sí mismo entrando a la pista de baile guiando a Magnus entre un mar de cuerpos aislados en su propio mundo, y temblando de nervios como nunca antes lo había estado, con la canción Alone rebotándole en los tímpanos If this night is not forever, At least we are together, I know I'm not alone y lalala, luego de eso las escenas se le venían a la memoria bastante difusas— Lo siento, de repente simplemente no pude... me sentía...—¿Cómo se había sentido? Es que no podía siquiera reestructurar nada, su mente estaba en un canal en blanco, las palabras y las imágenes se le perdían.

—¿Cansado? Ya sé. Es por el exceso de trabajo, cariño, te dio fiebre.—dijo, y tomó el paño que Alec no había movido de su pecho, y lo sumergió en el agua. Alec vio que en el buró había un termómetro, otro par de paños y una taza humeante, un olor dulzón le llegó hasta las narices—Debiste decirme que estabas corto de tiempo para terminar tu trabajo,  no me gusta que te excedas así. Siempre es lo mismo.

Alec sintió que debía protestar ante aquello, el trabajo era importante claro, pero había sido el mismo Magnus el que alguna vez le dijo que podía ser egoísta a veces para no dejar que las frustraciones lo volvieran demasiado amargado, cuando empezó a salir con Magnus, Alec tomó las riendas de su vida y empezó a ser un poco más egoísta de lo habitual.

—Pero quería salir contigo, casi nunca podemos—le replicó, al tiempo que Magnus le restregó el paño húmedo y frío en la cara, con golpecitos, casi como reprochándole, Alec solo pudo enfocar la mirada en el puchero resignado que Magnus sostuvo en los labios varios segundos, luego vio sus ojos oscuros y brillantes que estaban concentrados siguiendo el curso de su mano guiando el paño sobre su rostro, sus ojos se alzaron dos segundos y lo miraron de vuelta, esos dos segundos bastaron para que Alec perdiera la cordura, se precipitó buscando atrapar los labios de Magnus con los suyos, pero Magnus se apartó.

  —No habrá besitos—se apresuró a decir, poniendo los dedos sobre los labios de Alec.—No hasta que me prometas que no volverás a descuidar tus responsabilidades por mí, no voy a desaparecer si necesitas concentrarte, Alexander.

Flama eterna, barbas y primeros bailesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora