—¡Estás distraído!
Jace se abalanzó sobre él con la espada en el aire. Alec reaccionó justo a tiempo, alzando con rapidez la espada que sostenía con las dos manos. Un golpe metálico resonó justo sobre su cabeza invadiendo la sala de entrenamiento. De haber sido una batalla real y él un enemigo, era por seguro, que la estocada de Jace le habría partido el cráneo por la mitad.
Cruzaron los ojos excitados por entre las hojas de las espadas. Respiraban gruñendo entre jadeos.
Jace dio un paso atrás, el acero chilló cuando bajó la espada y la dejó caer, luego él mismo se dejó caer. Resoplando, bañado y brillante en sudor, se pasó las manos por los rizos rubios, echó el cuerpo hacia atrás y desparramó la espalda y los brazos en el suelo.
Alec respiró hondo y luego fue a colocar la espada en el anaquel, tomó una botella con agua y un par de toallas que había dejado por ahí. Se acercó a Jace que jadeaba en el suelo, y le arrojó una toalla que le cayó en la cara, Jace no se movió para quitársela, la tela subía y bajaba con sus bufidos. Alec se sentó a su lado, con la toalla puesta sobre la cabeza.
—A los dos nos jode el amor, ¿no?—dijo Jace mientras hacia la toalla a un lado y miraba abstraído hacia el techo.
Alec no rechistó. Sabía que Jace también cruzaba por algunas dificultades con Clary, lo sabía aunque no se lo dijera directamente, Jace siempre había sido reservado con sus sentimientos, incluso con él.
—Bien jodidos. —recalcó Jace—Felices y jodidos.
El entrenamiento no era más que una distracción, era lo que ambos sabían, aunque ninguno lo había mencionado.
Alec no había ido a casa de Magnus por ya cinco días. Le había mandado numerosos mensajes diciéndole que tenía ocupaciones en el Instituto, algo que de hecho era cierto, pero Alec lo había tomado como excusa para no verlo.
Después de todo lo único en que pensaba era en que tendría que cortarse la cabeza si tenía que enfrentar a Magnus cara a cara y no poder explicar cómo el recuerdo de verse llorando ante él se manifestaba sin aviso en su mente y le daba de puntapiés en las vísceras y le estrujaba el corazón hasta volverse demasiado doloroso el tan solo respirar.
No era que se avergonzara de que lo hubiera visto llorando y vulnerable. El que hubiera decidido apartarse esos días radicaba en el hecho de que no había sido del todo sincero con Magnus. Sí que había felicidad en su lágrimas, era feliz tan solo de tenerlo cerca, si no pusiera tanta resistencia cada día al verlo, al sentirlo cerca, al escuchar llamándolo "dulcecito" (o fuera cual fuere el apodo que se le ocurriera ese día), era por seguro que Alec se la pasaría llorando todo el rato de puro contento.
Sin embargo, Alec no se había atrevido a decirle la verdad tras el torrente de lágrimas."No hay nada qué discutir respecto a la inmortalidad", pensaba para sí mismo Alec, "porque sólo la muerte puede contrarrestarla".
El sentimiento de pérdida se había precipitado contra su corazón invadido de pasión acelerada, cuando oyó el latido dentro del pecho de Magnus, supo de inmediato que el de Magnus era un corazón al que no podría seguir el ritmo, la brecha de edad era inmensa y el tiempo para él era bastante limitado, y eso lo agobiaba más de lo que hubiera deseado.
—Lo dices como si fuera algo fatídico.—le contestó Alec, aunque él mismo trataba de convencerse en esos momentos que su relación con Magnus no terminaría de forma fatal.—El amor, quiero decir.
—No lo es —seguía ensimismado— No podría serlo. No quiero que sea de esa forma.—Jace hablaba para su yo interno, pero de cierta forma Alec lo entendía. Un dolor parecido al suyo manaba de Jace sutilmente— Es algo nuevo para los dos ¿no?—le preguntó Jace, desviando la mirada hacia su compañero.
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Flama eterna, barbas y primeros bailes
Fanfiction(TERMINADO) Alec piensa demasiado. Piensa en flamas eternas, en la inmortalidad de su novio, piensa en por qué despierta llorando en las madrugadas, y cuando no son demasiado tristes sus pensamientos también piensa en cuándo sería el momento indicad...