Magnus salió del portal empujado por Alec, quien lo sostenía por los hombros, guiándolo a trompicones sin saber muy bien hacia dónde lo encaminaba, la oscuridad era apabullante, pero él iba demasiado mareado y embobado rozando los labios de Magnus con los suyos, como para darle importancia al escenario. Magnus, que siempre prestaba atención a todo, tronó los dedos y las luces del loft se encendieron, aunque eso no evitó que tropezaran con los muebles en el camino.
Alec se apartó para tomar aire, pero Magnus no lo soltó, y le hundió los labios en el cuello, empapándolo en saliva. Un latigazo de electricidad recorrió el cuerpo de Alec por aquel mínimo contacto, y gimió un "Dios..." justo en la oreja de Magnus.
Llegaron hasta el centro de la sala, dando empujones, hasta chocar con el respaldo de unos de los sillones. Magnus se dejó caer de espaldas sobre los cojines, y miró hambriento mientras Alec se alzaba la camisa y dejaba al descubierto el abdomen con las marcas negras de cazador de sombras (un abdomen perfecto y criminal, pensó), Magnus humedeció sus labios de un lametón, y esperó pacientemente hasta que Alec terminó de sacarse toda la ropa, dándole a él solo tiempo de desabrochar unos cuantos botones de la camisa, porque Alec se apresuró a arrinconarlo, acercándose a gatas y ayudándolo a quitarse el resto de la ropa. Tintinearon los collares de Magnus, éste hizo un ademán para quitárselos, pero Alec lo detuvo, "Déjalos" dijo jadeante, una sonrisa pícara apareció en los labios de Magnus, atrapó el rostro de Alec en sus manos y le asestó una ronda de abrasadores besos hasta quedar sin aliento.
—Mmh...Entonces...—se abrió a hablar Magnus, con la voz entrecortada, con los labios pegados a la mejilla de Alec, sin parar de recorrer y aspirar su calor. En esos momentos Alec tenía las manos puestas en las costuras de la ropa interior de Magnus, se detuvo cuando escuchó su voz, Magnus le torció los ojos, como diciendo "Tú sigue con eso, bobo" y Alec terminó por quitarle el bóxer, recorriendo sus piernas en el trayecto, luego botó la prenda al suelo. Los dos estaban completamente desnudos ahora.—¿No sabías que el cóctel que pediste en el restaurante era un afrodisíaco?—terminó preguntando Magnus con un tono burlón, y una media sonrisa asomándose al tiempo que Alec se colocó entre sus piernas, con una rodilla rozando peligrosamente la bragadura de Magnus y se aproximó a su rostro para besarle el mentón y la quijada.
—¿Y cómo se supone que iba a saber eso?—preguntó incrédulo y con un gesto confuso, apenas pudiendo formar palabras, tan acalorado se sentía, que dudaba que pudiera enunciar cualquier pensamiento. —Estaba en francés.—protestó.—Pero tú sí sabías. —dijo por último. Magnus sólo imitó una sonrisa inocente. Alec lo besó resignado, sabiendo que había sido timado, pero no se lamentaba.
Se separó del beso y se quedó jadeando frente al rostro de Magnus. Los dos compartían aquel pequeño espacio para respirar, para frotarse las narices, para intercambiar sus alientos, para mirar su reflejo en los ojos del otro. Ese momento era suyo. Minutos para olvidar todo a su alrededor, olvidar cómo se debatían cada uno a su manera, el doloso pesar de una relación cuyo futuro era incierto. Embriagados con el frenesí del erotismo, se habían permitido postergar la eterna controversia. El mortal y el inmortal.
El olor dulce a frutas, colonia y el atisbo de alcohol les aturdía los sentidos. Alec que todavía no aprendía a beber, no se había medido, y aparte del dichoso cóctel frutal, se había terminado la botella de champagne el solo. Magnus se había reído discretamente, como un niño travieso que ha hecho una maldad. Alec tenía una mano apoyada en el respaldo del sillón y la otra deslizándose y apretujando las carnes con lentitud por la parte lateral del tronco de Magnus hasta alcanzar los muslos.
—Debes estar preparado para todo, Alexander.—dijo Magnus que estaba prendado a Alec con los brazos por encima de sus hombros, lo miró con sus ojos dorados, aletargados y brillantes. Luego lo atrajo con fuerza, y de un girón que Alec no esperaba, lo hizo rodar y se colocó encima de él. Alec forcejeó con brazos y piernas, de un chasquido Magnus lo paralizó.
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Flama eterna, barbas y primeros bailes
Hayran Kurgu(TERMINADO) Alec piensa demasiado. Piensa en flamas eternas, en la inmortalidad de su novio, piensa en por qué despierta llorando en las madrugadas, y cuando no son demasiado tristes sus pensamientos también piensa en cuándo sería el momento indicad...