CAPITULO 8

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Sakura se despertó con la sensación más extraña. Nunca en su vida había dejado de soñar. Excepto la noche anterior que ni un solo sueño le había llegado. Cuando el Guardián dijo que le había quitado todos sus poderes, no estaba bromeando.

Él ni siquiera sabía que tenía ese poder.

¿O sí?

Estirándose, se dio la vuelta para encontrarle ante el escritorio donde había estado cuando se fue a dormir. Todavía vestido con los flojos ropajes negros, él había girado la silla de modo que quedara de cara a la cama y de espalda a la pared. Pero no le estaba prestando ninguna atención.

En vez de ello, sostenía un antiguo libro de cuero en su regazo con una larga y elegante mano masculina. Estaba reclinado en la silla con el brazo apoyado sobre el escritorio y su mejilla sana descansaba en el puño. Las increíblemente largas piernas, estaban estiradas frente a él y cruzadas a la altura de los tobillos. Ella sonrió ante la inesperada visión de sus bien formados y desnudos pies. Eran tan… lindos y jamás había pensado eso antes de unos pies. Normalmente, le resultaban asquerosos.

Qué extraño que la visión de ellos lo hicieran parecer más como un hombre, en cualquier lugar.

Bueno, no cualquier hombre. Los hombres así de guapos eran pocos y difíciles de encontrar. Los hombres bien parecidos y así de musculosos eran incluso más raros. Y encontrar uno con su cuerpo, pelo y ojos era igual que encontrar un unicornio. Incluso aunque no había visto la luz del día en quién sabe cuánto tiempo, su piel era bronceada y leonada.

Gah, incluso con morados y cicatrices, conseguía que se le hiciera la boca agua por él.

¿Qué decir de esa pose tan increíblemente sexy? ¿Tan deliciosamente apetecible?

Con la mano que sujetaba el libro, volvió la página sin levantar la mirada.

Sonrió ante la visión de todo ese cabello ondulado y rebelde color caoba. Y con todo, se las arreglaba para ser increíblemente masculino. Más que eso, ella realmente, realmente quería meter las manos y despeinarlo aún más.

Y cuando estudió sus facciones, advirtió que el moratón alrededor del derrame de su ojo se había convertido en una fea sombra de púrpura oscuro. Tenía otro nuevo morado sobre la oreja que le había sangrado la noche anterior. La huella de la mano era también más pronunciada hoy, así como las marcas de mordiscos en el cuello.

Quería llorar al verlos. Todavía allí estaba él sentado, tan acostumbrado a ellos que ni siquiera advertía el dolor que tenían que estar causándole.

Lamento mucho haberte apuñalado. No era lo que había pensado de él la primera vez que se encontraron. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto con él?

Pero no todo había sido culpa suya. A pesar de la legión de palizas e insultos que había soportado, se conducía tan fiero y confiado como cualquier guerreo o rey. Exudaba tanto poder y autoridad que nadie sospecharía que él era el saco de boxeo de Noir, o por lo que había visto la noche anterior, más bien el juguete sexual de Azura.

Pero entonces, esa era quizás su coraza. La manera que tenía de no dejar que otra gente conociese su vergüenza.

Esto los mantenía a distancia, y en este infernal lugar, probablemente también evitaba que ellos le hicieran daño. El solo pensamiento hacía que quisiera rodearlo con los brazos y apretarlo contra ella.

Si tan sólo le dejase.

Aclarándose la garganta, ella habló finalmente.

—¿No has dormido nada?

EL GUARDIÁN  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora