CAPITULO 18

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ACLARACIÓN: Está historia es una adaptación de una de las geniales historias de Sherrilyn Kenyon, ni la historia, ni los personajes me pertenecen. Esto es solo con fines de entretenimiento, en pocas palabras no gano dinero por ello. :)

Syaoran sintió el primer aleteo de los poderes divinos regresar cuando golpeó el suelo con la suficiente fuerza como para fragmentarse un órgano interno. Gracias a los dioses no era humano, o ya estaría muerto. Pero lo que realmente odió fue el sabor metálico de la sangre en la boca.

Asqueroso.

Con la lengua, comprobó y se aseguró de que los dientes estaban todavía en su lugar, luego echó un vistazo para ver qué lo había atacado.

La sangre se le heló en el momento que comprendió lo que Noir había hecho. Lo que el bastardo había enviado tras él.

Me cago en la puta...

Spin, o Spinel, quien en cierta época había sido un dios primordial bueno, se había encargado básicamente de buscar a los malos y darles una patada en el culo. Noir lo había corrompido y se había convertido en la retorcida encarnación del mal frente a él. Syaoran no tenía ni idea de cómo lo había conseguido Noir. Todo lo que sabía era que Spin era una de las criaturas más mortíferas existentes.

Tanto así, que hasta Noir vacilaba en liberarlo por miedo a que un día no fuera capaz de volver a meter a Spin en cualquiera que fuera la jaula donde lo mantenía.

Alzándose en unos impresionantes dos metros de altura, con Spin no se podía negociar. Él simplemente hacía lo que le decían.

Y obviamente sus órdenes eran devolver a Syaoran al infierno.

Syaoran cerró los ojos y convocó tanto de los poderes como pudo. Un pequeño pico. Sólo una muestra. Un poco más de lo que había tenido en el Santuario.

Pero era suficiente para colocar la armadura en su sitio y prenderle fuego a eso. Levantándose, supo que esto estaba a punto de ponerse feo.

Sakura se vistió con unos vaqueros y una camiseta mientras miraba fijamente a la montaña que simplemente había aparecido en la habitación. Vestido con un largo abrigo negro de cuello alto con adornos de plata... plata que parecía estar manchada de sangre, el hombre tenía el cabello corto y era lo único que parecía suave en él, como el pelo negro de una pantera, y tenía unas líneas tatuadas que bajaban desde el lagrimal del ojo y culminaban bajo su barbilla.

El ojo derecho estaba bordeado de negro y de la parte inferior un juego de símbolos le bajaba por la mejilla, por alguna razón le daba la impresión de que ese símbolo era un candado, aunque no lo pareciera en absoluto.

Pero lo más sorprendente vino cuando él se giró para evaluarla como una amenaza.

Tenía los ojos de un impresionante azul turquesa, como el agua de esas playas de los folletos de vacaciones paradisíacas, y hacían un contraste alucinante con su piel morena. Sólo que había una tristeza casi tangible en ellos, le hizo preguntarse qué cosas habrá tenido que dejar atrás, cuál sería la tortura a la que lo sometió Noir. Maldito bastardo.

Pero no era momento para pruebas o interrogatorios. No cuando la montaña giró apartándose de ella y se dirigió a Syaoran con mortíferas zancadas que prometían una gran paliza a Syaoran.

Ella se lanzó hacia la montaña.

-¡No! -gruñó Syaoran, estirando el brazo hacia ella.

Él manifestó uno de sus campos de fuerza para rodearla y apartarla de la lucha.

Furiosa, lo miró airadamente.

-¿Qué haces?

-Salvarte la vida. No te atacará, a no ser que tú lo ataques, y entonces te matará.

EL GUARDIÁN  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora