CAPITULO 9

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Syaoran miró a Sakura en total y absoluto estado de conmoción, verla le envió un fuego ardiente a través de todas las partes del cuerpo. Y ese calor se dirigió directamente a la ingle.

¿Por qué le di eso?

¿Por qué ella lo tuvo que elegir?

De corte bajo, el vestido de color rojizo, abrazaba sus curvas de una forma que debería ser ilegal. Más aún, intensificaba el color verde de sus ojos, haciéndolos todavía más vibrantes.

Como si ella lo necesitase.

Sin preverlo estaba tan excitado hasta el punto que le causaba dolor. Salvaje y penetrante dolor. Pero ni siquiera eso bastó para distraer la atención de la profunda V que mostraba la curva de sus senos. Pechos con los pezones apretados y destacándose a través del tejido de la seda. Podía ver cada contorno de ellos. La garganta se le secó, aun cuando la boca se le hacía agua por saborearlos.

Él se puso de pie.

Sakura titubeó al sentir el peso de su helada mirada por todo el cuerpo. El modo en que la miraba…

Era aterrador.

—¿Hice algo mal?

Cuando no respondió de inmediato, empezó realmente a entrar en pánico.

Finalmente, después de un minuto sumamente largo, parpadeó.

—No, en absoluto. —Recogió el libro y lo devolvió al escritorio—. Yo… eh… los vi en el ordenador la noche anterior. No estaba seguro si eran apropiados o no.

—No sé cómo lo hiciste, pero todo encaja perfectamente. —Como si hubiera sido adaptado a su cuerpo—. Gracias.

Sin embargo, odiaba que el maquillaje de él estuviese de vuelta en su lugar y el pelo enderezado nuevamente con esa pequeña coleta sosteniendo su flequillo, retirándolo de los ojos.

Echaba de menos la amable mirada del Guardián. La temible era…

Bueno, aterradora como para que todos huyeran. Y si bien era difícil descifrar sus emociones sin el maquillaje, era diez veces más duro con las líneas de color rojo y negro, que mantenían el rostro en una mueca perpetua.

Con sus volubles cambios de humor, no le gustaba estar sin esas pistas faciales.

Completamente estoico, se apartó de la mesa para que pudiera ver que había una bandeja esperándola. Una con panqueques de plátano, magdalenas, huevos, tocino y zumo. El estómago le gruñó ante la abundancia.

—Espero que todo esto quiera decir que estás planeando unirte a mí.

Él negó con la cabeza.

Sakura se sentó y cogió el plato vacío.

—¿Nunca comes?

—A veces.

Había un tono peculiar en su voz que la hizo desconfiar.

—Consumes alimento para nutrirte, ¿verdad?

Sus ojos brillaron con rabia.

—No como bebés o bebo sangre si eso es lo que estás dando a entender.

Ella levantó las manos en señal de rendición.

—Ni siquiera cruzó por mi mente. ¿Por qué estás tan a la defensiva por todo?

Ese familiar tic se inició en su mandíbula.

—Me canso de ser acusado de cosas que no soy. De hacer cosas que no he hecho.

EL GUARDIÁN  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora