EPILOGO

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Syaoran suspiró frustrado, mirándose a sí mismo en el espejo mientras trataba de hacer algo con su cabello rebelde.

Era inútil.

Incluso peor que el revoltijo que no podía controlar, era la ropa que Sakura había elegido para que él usara. Los pantalones negros que se abotonaban a los costados eran extremadamente incómodos y solamente llegaban hasta sus rodillas. De ahí para abajo, tenía unas blancas… ¿cómo dijo que se llamaban? ¿Medias? Y zapatos raros con hebillas que le apretaban los dedos y friccionaban sus talones peor que las botas de su armadura.

Pero lo que más odiaba, era el saco dorado, de cuello alto y todo bordado con una camisa blanca que tenía montañas de encaje femenino cayendo como una cascada por el frente. Ella decía que era un pañuelo. Él decía que era horrendo. Y ese mismo encaje que picaba, sobresalía al terminar la manga, cubriéndole ambas manos, hasta los nudillos.

Se había estado quejando de esta monstruosidad desde el momento en se la habían encajado.

Solo tenía dos razones por las cuales finalmente había accedido a usarla, una era porque ella había señalado el hecho de que no era posible que fuera más incómoda de usar que su armadura, algo en lo que él no estaba de acuerdo para nada.

Solamente un idiota se reiría de un hombre con armadura. Vestido de esta forma, sólo un idiota no se reiría de él.

Y la segunda era porque no tendría que usar la cosa por mucho tiempo más. Tan pronto como terminaran, ella le había prometido que le arrancaría la ropa y lo haría deliciosamente feliz por haberle seguido la corriente.

Ella no sabía que él lo habría usado de todas formas. Todo lo que tenía que hacer era sonreír y él estaba perdido. Pero aun así...

–Parezco un payaso.

Vestido con un traje de cola y una corbata, Yamasaki, uno de los tipos que los habían recibido en el bar de los osos "El Santuario", se burló desde atrás. –Te respondería, pero el hecho de que ahora tengas más poderes de los que tenías cuando te mire por primera vez, y el hecho de que me gustan las partes de mi cuerpo en su actual localización, me impiden que te diga una sola palabra al respecto–. Le sonrió a Syaoran mostrándole los colmillos. –Lo lamento.

Sí, claro. Su expresión decía que lamentaba todo menos eso. De hecho, esa expresión decía que el bastardo estaba más que entretenido… a expensas de Syaoran.

Ese es el punto. Tipos como Yamasaki nunca se hubieran atrevido a reírse de él cuando Syaoran tenía su armadura puesta.

Pero en este traje... La burla era un imperativo moral. Él estaba tentado a ofrecerle dinero al tipo lobo para que cambiara de ropa con él.

Desafortunadamente, Yamasaki era mitad lobo, al igual que Sakura, por lo que podía tomar cualquier vestuario que quisiera. Aunque, pensándolo bien, él podría usar sus poderes para, sencillamente, hacer exactamente lo mismo y cambiarse la ropa por algo diferente.

Como una armadura.

Pero eso molestaría a Sakura. Por ella, él sufriría. Quizás no en silencio, pero….

Evitó quejarse al encontrar la mirada de Yamasaki en el espejo. Esos ojos grises eran la única cosa que mantenía cuando se transformaba. Ojos que veían mucho más allá de la superficie en cualquier ser.

Y a pesar de lo que había dicho Yamasaki, Syaoran nunca le haría daño.

Gracias a Sakura y al mismo Yamasaki había superado por fin su aversión a los lobos, los toleraba e incluso comenzaba a trabar amistad con algunos.

EL GUARDIÁN  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora