Ghost of love
Capítulo cinco
Así comenzó
Dante
Tenía emociones encontradas. Por un lado me emocionó el hecho de que pudiera sentirme.
Normalmente, aunque yo estuviera al lado de alguien, respirando junto a su nuca (podría decirse) nunca podían verme, ni siquiera sentirme, ¿y cómo podrían? yo ni siquiera tenía aliento.
Y por el otro, me sentí mal de que se asustara. Se había puesto pálida y se le aceleró el corazón. Podía oír su palpitar acelerado con toda claridad.
Juro que asustarla nunca fue mi intención.
Esa noche, después de volver a acostarse, rodó en la cama inquieta, con los ojos cerrados, hasta bien entrada la madrugada cuando finalmente consiguió dormir.
Su nombre no dejaba de repetirse una y otra vez en mi cabeza, Christine mientras la observo descansar. Es preciosa.
(...)
Los cinco días posteriores a su llegada, continúe visitándola, principalmente de noche, me quedaba un largo rato junto a su cama, esperando que se durmiera; en ocasiones se retorcía en la cama, acosada por las pesadillas y en otras dormía tan tranquila que hasta me daba envidia.
Yo volvía noche tras noche, como un adicto, que tiene la fuente inagotable de su droga al alcance de sus manos. No podía dejarla ir.
Por esa razón, esta noche me mantenía alejado de la casa, me sentía confundido.
Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, no lograba quitarme a esta niña de la cabeza.
Últimamente, su larga melena castaña y sus enormes ojos verdes ocupaban todos mis pensamientos.
Era muy guapa, todo en ella me invitaba a seguirla por la finca y sus alrededores; y yo, me sentía expuesto con ese comportamiento de colegial, Dios, yo no era un niño, ni siquiera un hombre, yo era un fantasma y esas emociones estaban de sobra.
La tarde de un sábado, no sabía que hacer. Christine y su padre salieron a comer fuera. Habian salido desde temprano y en el transcurso del día no había visto a nadie en el caserón, así que aproveché para curiosear a mis anchas.
Tras su llegada a mi hogar. Poco a poco, la casa se fue llenando de nuevos sonidos, algunos agradables y otros no tanto; cómo los que hacían los extraños aparatos que había en la cocina. Unos trituraban y mezclaban las frutas con agua o leche y había uno que no hacia ruido a pesar de que era bastante grande en comparación con los demás y mantenía la comida helada y otro, pequeño de una sola puerta que la calentaba y este lanzaba un pequeño pitido cuando terminaba su función.
Pero el aparato qué más me gustaba era el que estaba en la sale de estar, era un rectángulo incrustado en la pared. Cuando Christine lo encendía, aparecían personas en él, representando obras teatrales, era como tener un pequeño teatro en casa, aunque no era tan grande como la ópera, ¡pero ahí también se podía escuchar música y se veía a las personas cantándola! No como en el otro aparato que solo se podía escuchar música, pero no se veía ninguna imagen y me recordaba al fonógrafo que le regale a mi Isela una vez por su cumpleaños.A Christine le gustaba ver el aparato que llamaban televisión. ¡Y a mí también! Por las noches, cuando todos dormían, obligaba a mi espectro a arrastrarse hasta la sala para encender el aparato, lo malo es que era muy ruidoso y Benjamín que era el padrastro de Christine y no su padre cómo yo creí en un principio, bajaba y lo apagaba, y si encendía el que tocaba música, el señor venía y lo apagaba.
Así que durante el día me ocultaba en la sala y esperaba a que Christine bajara y lo encendiera ella, porque si estaba ella, nadie se atrevía a apagarlo. En fin... Todo esto no existía en mis tiempos. En mi época habría sido tomado como brujería.
Ahora estaba solo y era tiempo de disfrutarlo, a fin de cuentas, estaba en mi casa, de cierta forma me pertenecía ¿no?
Use mi energía para encender el aparato y una suave melodía comenzó a sonar. Cuatro tenores estaban en un escenario terminando de cantar, y el público que los oía, los ovacionaba de pie.
Los reconocí, era un vídeo musical que le gustaba a Christine, los llamaban Quattro voci y terminaban de cantar uno de sus éxitos: La bella Madonna, era el canal de música, Así que le cambié, hasta que encontré una serie a mi gusto, que fuera corta, pero no tanto como para quedarme con ganas de más, quería una que tuviera principio y de preferencia un final, no solo un capítulo y que hablara de mi época de preferencia o al menos que se pereciera... películas creo que las llaman... y ahí estaba yo, me puse cómodo en el sofá, mientras daba inicio la película sobre un joven rey Louis y sus mosqueteros, aunque no era de mi época exactamente, la historia francesa siempre me había gustado.
Estaba disfrutando de la escena del baile real, cuándo la puerta del salón se abrió. Entonces miré entrar a Christine, quien contempló asombrada cada rincón, se acercó lentamente al sofá y tomó el aparatejo con el que se encendía la pantalla, sin pensarlo mucho, apretó el botón rojo y el rectángulo en la pared se puso gris.
¡No pude ser! ¡¿Ella también?!
Se dirigió de nuevo a la salida y en cuanto cerró la puerta a sus espaldas, yo volví a encender el aparato.
La puerta se abrió. Y de nueva cuenta, entró Christine y apagó el televisor, en cuanto se dio la vuelta la encendí. ¿Acaso no tenía derecho de hacer o ver lo que quisiera en mi propia casa?
Esta vez ella fue director al aparato y jaló el cable para desconectarlo. Estaba tan molestó, que sin saber cómo encendí de nuevo la pantalla pero ahora hacia un ruido molestó y estaba en blanco con muchas manchitas grises ya no tenía imágenes. ¡Perfecto, la había descompuesto!Christine dio un respingo y se llevó una mano al pecho, se puso blanca cómo el papel, entonces comprendí que la había asustado, así que dejé que se apagará el televisor.
Por una fracción de segundos se quedó contemplando temerosa el aparato, miré como el suave bello de sus brazos se erizaba por el miedo y entonces contemplé mi reflejó en la pantalla.
Me puse rígido. La expresión de su rostro era de puro terror. Mantenía la mirada fija en mi reflejó. Su miedo me dejó aturdido.
Salió corriendo pálida de lo asustada que estaba, aún en la distancia escuchaba los acelerados latidos de su corazón.
Quería alcanzarla,disculparme por asustarla pero... ¿Cómo podía disculparme por ser un fantasma?
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Ghost of love
ParanormalRomance oscuro Dante: A las afueras de la ciudad hay una finca llamada La Herradura... en ruinas,vacía y oscura. Por años permaneció abandonada,hasta hoy... Deja que te cuente mi historia,mi nombre es Dante o lo era,ya que hoy soy un fantasma. Y tod...