Sentir de nuevo

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Ghost of love

Capítulo

Sentir de nuevo

Sentir de nuevo: Lo que había olvidado, lo que había perdido,lo que había encontrado...

Dante.

Un estremeciendo helado me recorrió la columna vertebral.

Tenía los ojos clavados en aquel reflejo.

Estaba parado frente al espejo del baño en la recámara de Christine.

Parpadee perplejo.

Aquel ya no era Sebastían, aunque seguía siendo su cuerpo. Yo me sentía vivo dentro de él. No fue como con Mar, esta vez se sintió diferente.

Esboze una sonrisa que nada tenía que ver con aquel rostro. Esa sonrisa me resultó familiar.

Sebastían seguía vivo. Lo sentía vivo,en lo más profundo de la conciencia.
Lo sentía allí, vivo pero atrapado. Agazapado, cautivo dentro de su propio cuerpo.

De repente me sentí cansado y confuso. Pesado.

¡No lo podía creer!

Ahora era corpóreo, estaba encarnado de nuevo en un cuerpo humano. En un cuerpo vivo.

Cielos, ¡las sensaciones! Había olvidado lo fuerte que llegan a ser.

Sentía como latía la sangre en el cuello. Mi cuello; porque ahora quien sentía era yo. El golpe de un fuerte corazón dentro del pecho, la sensación térmica sobre la piel...

Me tambaleó, tengo que sujetarme al mueble del lavabo para no caerme. Ya no estaba acostumbrado al cansancio físico (Hacia tanto tiempo de eso)

Y hubo otras sensaciones, cómo el rugido que sentía en el estómago, hasta darme cuenta de que estaba hambriento.

Tras asegurarme de que Christine había superado la crisis y dormía tranquilamente, bajé a la cocina a prepararme algo de comer.

Tanto tiempo sin ocuparme de satisfacer las necesidades del mundo corporal,que no tenía idea de por donde empezar.

Accedí a los recuerdos y conocimientos en la memoria de Sebastían para utilizar su información. Había tanto en ella que  me distraía.

Su memoria me dijo que podía preparar un emparedado o buscar en el congelador algo para recalentar.

Opté por el emparedado y zumo de naranja.

Después tomé un vaso de agua. Mi deseo de navidad se había hecho realidad.
Su sabor era el más dulce y exquisito que podía recordar... Y la mezcla de todos aquellos olores. No recordaba un olor más delicioso como el de estar vivo.

Comí y bebí hasta saciar mi hambre, y una vez satisfecho, volví a la habitación de Christine.

Intenté impulsarme, salir flotando como de costumbre, pero nada pasó, el cuerpo  permaneció inmóvil, a la espera de que yo lo moviera.

Me reí de mí mismo y  di el primer paso. El trayecto se me hizo eterno, no era lo mismo, caminar que atravesar paredes. Esas eran las desventajas de tener un cuerpo físico, se mueve muy lento. Pero además, debía ocuparme de las necesidades más básicas y mucho más repugnantes de la existencia. Ya me había olvidado de los aspectos menos agradables del estar vivo; como tener que usar el baño.

Me quede jalando la palanca del retrete un largo rato, mirando cómo caía un fuerte chorro de agua que automáticamente dejaba limpió el cuenco de porcelana. Eran muchas las cosas que habían mejorado desde la última vez que estuve vivo.

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