Ghost of love

Oportunidad

Ghost of love

Capítulo

Oportunidad

 
" Que algo no funcione como tu esperabas,no quiere decir que sea inútil. "

Sebastían.

El tiempo pasaba y Dante no aparecía.

Me sentía decepcionado, ya que estaba deseando ver la expresión de su cara, cuando se diera cuenta de que ya no podría dominarme.

Me costó mucho trabajo encontrar algo que le perteneciera a Dante, pero finalmente lo conseguí, un viejo anillo de plata. Lo limpie tal y como dijo la pitonisa y lo enterré en su tumba estaba seguro de que jamás se le ocurriría buscar en ese lugar.

Pero el fantasma seguía sin aparecer.

El día siguiente a  aquel desastroso beso desperté en el suelo de mi habitación, sin que Dante apareciera por ningún lado.

Christine deambulaba por la casa buscándolo sin éxito.

Me mantuve alerta desdé entonces, pero el fantasma, ni sus luces.

Mi hermanastra paso las dos siguientes semanas en solitario. Me daba pena verla tan triste; pero no podía evitar sentirme aliviado de que esa "cosa" no apareciera.

Me preguntaba si  el hechizo ya había hecho su efecto.

Si un par de meses antes me hubieran dicho que pronto me vería inmerso en cuentos de fantasmas y hechicerías me habría muerto de la risa. Pero aquí me hallaba y no tenía muchas ganas de reírme.

(...)

Estaba cansado y llegaba más tarde que de costumbre. No se Porqué me obsesioné con intentar encontrar a Dante, pero por más que me exponía para que intentará poseerme, él no aparecía.

Las nubes se transformaban en masas informes en movimientos que ahogaban la luz de la luna.

Soplaba un viento fuerte que arrastraba cada vez más nubes que amenazaban con tormenta.

Pensé en ir a tocar una pieza de piano. Hacia mucho que no tocaba nada y con esa lluvia que empezó a caer, me pareció un buen momento para empezar de nuevo.
No me molesté en encender la luz, fui directo al piano, ya tenía un buen momento tocando cuando la puerta se abrió al mismo tiempo que un rayo de luna se coló entre dos nubes e iluminó el salón. Aunque estaba oscuro pude ver perfectamente a Christine.

—Hola —me saludó  —. ¿Estás bien?

Por un instante no fui capaz de contestar. A que se debía su repentino cambio de actitud, hasta hace unos días se negaba a saludarme, me esquivaba la mirada y huía de mí lo más rápido que podía.

Después de lo ocurrido ni yo sabia como comportarme.

—Escucha, me siento mal por todo lo que ha pasado —me dijo Christine.

De haber sido otra persona, habría sido más amable, pero algo que no podía explicar me lo impedía.

Un círculo de luz se coló de nuevo entre las nubes e iluminó el rostro de Christine.

Esa joven era un verdadero sueño. Comencé a experimentar algo muy físico, una extraña energía que me subía por los brazos y no se detenía hasta llegarme a la nuca. Y el auto control que había mantenido el último mes y que había evitado que corriera a su encuentro, ahora parecía estarme eludiendo totalmente.