La salida

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Ghost of love

Capítulo

La salida

"¿Como logras combatir contra algo que forma parte de ti,sin morir en el intento...?"


Sebastían.

Experimenté un pánico fugaz y extraño.

Después de sentir aquel frío paralizante, dejé de percibir mis otros sentidos, no podía oír, ver, ni moverme, pero sentía.
Sentía como mi cuerpo se movía. Estaba atrapado en una horrible pesadilla, donde mi cuerpo se había convertido en mi propia tumba.

Esto tenía que ser una de esas pesadillas  horriblemente lúcidas, de las que alguna que otra vez escuché hablar.

Nada de lo que estaba pasando podía ser real.

Sumido en las tinieblas de mi propio cerebro, sentía como se desplazaba mi cuerpo despierto, ágil, sólo que otra persona o ser lo controlaba.
¿Pero quién...?

Inmóvil y anclado como me encontraba,llegué a pensar que me moría en sueños. Abandonado en ese insoportable frío que me invadía.

No había mucho que pudiera hacer,poco a poco me fui quedando dormido.

Desperté con el chorro del agua caliente cayendo sobre mi cara, la sensación de estar encerrado en una tumba fría como el hielo y oscura como la noche, desapareció como si no hubiera ocurrido nunca.

No así el malestar, la debilidad, el mareo. De pronto me encontraba allí, en el baño,con las rodillas temblando y el cuerpo tratando de recuperar el equilibrio.

<<¿Qué diablos fue lo que pasó?>> <<¿Lo habré soñado?>>

No lograba recordar nada. Me quedé en la ducha hasta que se término el agua templada y la fría me provocó un hormigueo en la piel desnuda.

Por más vueltas que le daba, nada tenía sentido, ni pies ni cabeza. Quizás la locura finalmente me había alcanzado.

Cuando creí que lo malo había pasado,  la habitación giró hasta que colapse, primero de rodillas con un golpe seco, hasta que me desplome por completo.

No sé por cuanto tiempo estuve desplomado en el suelo del baño temblando, y sin fuerzas para levantarme por mi cuenta o pedir ayuda.

—¡¿Sebastían?!

No se oyó más  fuerte que un susurro, pero aquella voz me resulta reconfortante por un momento.

—¡Primo! ¡¿Qué pasó?!

La voz encima de mí, ahora tenía un tono de angustia, pero la escuchaba más  clara.

—¡Sebastían...! — le urgía una respuesta de mi parte, pero no podía hablar. Y los temblores no se me quitaban.

Armando me ayudó a levantarme, me dolía todo el cuerpo, como si lo tuviera astillado, como si cada hueso de mi cuerpo estuviera hecho pedazos.

—¿Quieres ir al doctor? No es normal que te desmayaras en el baño. Mírate hombre, estás muy débil.

<<No...>>

Negué con la cabeza mientras gateo por mi cama hasta el buro, me urge un vaso de agua.

—Has caso, mira como estás temblando.

Y no mentía, me eché encima la mitad del agua en lugar de llenar el vaso.

—No, ya estoy bien — insistí una vez pude pasar el agua por mi garganta cerrada.

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