Médium

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Ghost of love

Capítulo

Médium

" El hombre encuentra su destino,en el camino que escoge para evitarlo. "

Sebastían.

Conducía entre calles y callejones.
Había estado buscando por internet alguna información en referencia a la finca y su tétrico ocupante o una forma para detener todo aquel problema del fantasma y me topé con distintas notas sensacionalistas en su mayoría, páginas de periódicos viejos que mencionaban la finca, acerca de su compraventa,  su rubro o incluso sobre supuestas apariciones fantasmales, que ahora sabía no eran tan supuestas, pero solo encontré tres notas en lo referente al primer propietario de La Herradura, Dante Laprada.

Una mencionaba la celebración de su boda y la otra era su obituario, pero el tercer apartado, resultó  mucho más  interesante que el resto de las notas juntas.

Finalmente, encontré  la dirección de varias tienda esotéricas, cuya calle me quedaba más cerca del café internet en el que estaba de lo que creía.

Buen rato estuve dando vueltas buscando no sabía que.

Los locales a los que había entrado no tenían una solución a mi problema.
Solo eran tiendas con venta de hierbas, incienso, cartas de tarot, muñecos de vudú, libros y otro tipo de charlatanería. Mercadería esotérica que de nada me servía.

Así anduve hasta que un letrero sencillo y poco ostentoso llamó mi atención entre tantos letreros luminosos.

"La pitonisa". —rezaba el cartel.

Me estacioné frente a un pequeño local oculto entre dos tiendas con amplios escaparates que vendían artículos de  "magia".

Apenas entré, un fuerte olor a incienso me asalto los sentidos.

Había un mostrador de vidrio atravesado al fondo de la pequeña sala atiborrada con objetos de cristal y cuarzos de todos colores y tamaños.

Una gótica muchacha, con exceso de maquillaje en la cara y aretes en todo lo que mostraba de cuerpo. Me dio una extraña bienvenida.

—Bienvenido, lo están esperando —me dijo como recibimiento.

Primer truco: te hacen creer que ya sabían que venías.

Extendió su mano señalando las amplias cortinas de terciopelo purpura que caían detrás de ella.

Acepté la invitación antes de que me arrepintiera.

Cuando las cortinas se cerraron a mis espaldas, un calor sofocante me atrapó.

El olor a especies que desprendía el incienso era más fuerte aquí, me picaba la nariz y se acumulaba en mi paladar.

Pensé que todo iba a estar en penumbra, pero el pequeño cuarto estaba bien iluminado, eso sí, con velas blancas.

Frente a mi, justo en el centro, había una mesa circular cubierta con seda roja y sobre ella había un juego de cartas de tarot.

Del otro lado, una mujer de aspecto gitano, estaba sentada en un taburete forrado también en seda. Su cabello largo y oscuro lanzaba destellos azules por la luz de las velas y su piel aceitunada parecía muy tersa.

—Bienvenidos —dijo con una voz de soprano que me erizó el vello de los brazos.

Miré sobre mi hombro para ver quien más había entrado tras de mí.
No había nadie.

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