Superstición

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Ghost of love

Capítulo

Superstición

" Bendita ciencia que mina los miedos del hombre hoy en día... A nadie agrada saberse aprisionado,menos por seres más allá de nuestro entendimiento..."

                        Extracto del relato, Víspera de San Miguel.

Dante.

Los días que pasaron, Christine compartió su tiempo conmigo, enseñándome los nombres y el funcionamiento de todas las cosas nuevas y extrañas con que habían inundado mi casa,como el carruaje que tenia varios nombres, auto,camioneta, carro... demasiados nombres para una sola cosa, o el pequeño aparato que llamaba ipod o los elec...electrodomésticos... Christine se divertía con mis preguntas que para ellas eran extrañas. Yo en cambio,estaba fascinado con todas esas cosas nuevas que estaba conociendo.

De vez en cuando me metía a la cocina cuando Christine no estaba en la finca y yo no tenía nada mejor que hacer, y si Soledad la cocinera o su hija Mar estaban cocinando, yo ponía atención en lo que hacían, cómo cuando preparaban bebidas,jugos para ser exactos; cómo el de naranja, cuyo aparto resultó peligroso para alguien vivo;Mar casi se llevó la mano cuando intento extraerle el jugo a media naranja.

Por otro lado,la licuadora era más divertida, sobre todo si no le ponían la tapa correctamente, o al menos divertido para mí.

Una mañana Soledad iba a licuar plátanos con chocolate, yo esperé a que terminara de agregar todos los ingredientes,una vez que término de agregar la leche en el recipiente de vidrio, la licuadora se encendió sorpresivamente y su contenido salto salpicando todo, Soledad terminó bañada en leche y chocolate,mientras sujetaba en la mano la tapa de la licuadora que no le di tiempo de colocar al encender el aparato.

Su rostro escurriendo leche y su ropa manchada,me causó gracia,no lo pude evitar,solté una carcajada que retumbó en cada gabinete de la espaciosa cocina asustando no solo a la pobre señora, sino también a mí.  Nunca antes había escuchado mi risa tan clara y con tanta fuerza como en ese momento. Entonces comprendí mí error. Cerré la boca y sigilosamente salí de la cocina, dejando sola a la mujer que se santiguaba en ese momento. Ni que decir,no volví a la cocina por un buen tiempo, mejor me encerraba en el salón de baile o en la sala de estar,allí no me molestaba nadie, también dejé de dar los paseos por el jardín o el campo durante el día, porque Aquiles,el enorme labrador negro, no dejaba de ladrarme cuando me cruzaba en su camino, y era bastante molesto que me siguiera con sus ladridos por todos lados. No me deshacía de él solo porque Christine le tomó cariño.

Solo dejaba de ladrar cuando Christine estaba conmigo, y eso en contadas ocasiones por que la mayor parte del tiempo no había forma de callarlo.

Aunque me asombraba la sensibilidad del animal,ya que era él único ser vivo que podía mirarme bajo los rayos del sol aparte de Christine, claro.

En el reloj de la pared que colgaba sobre el televisor, las agujas marcaban quince para las dos,era jueves y Christine no dilataba en llegar; ahora el tiempo volvía a tener importancia para mí, las horas se me hacían largas sin su presencia y los días avanzaban muy rápido para mi gusto a comparación de los dos siglos que pasaron lentos y aburridos...

—Ya basta Mar,entra en esa habitación y limpiala.

Las voces procedían del pasillo, me llegaban amortiguadas, tanto por el ruido del televisor como por la gruesa puerta cerrada.

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