41

57 12 0
                                    

Tiró con fuerza su camisa contra su casillero, descargando todo el enojo que sentía en la pequeña puerta metálica. Tomó sus zapatillas de correr y se apresuró en salir rápido, tratando de adelantarse a Tristan, quien lo vendría a buscar en segundos. Apretaba su mandíbula y camina derecho sin saludar a nadie en concreto, sólo deseaba desaparecer por las calles de New York el tiempo suficiente para aclarar sus ideas.

Al llegar a la entrada, Nate lo miró frunciendo el ceño, como solía hacerlo desde ya cuatro días después de la víspera de navidad. El castaño soltó un largo suspiro antes de dirigirse hasta donde estaba el rubio y tomarlo del brazo, forzándolo a quedarse.

—No entiendo por qué estas enojado Nate, eras mi amigo y que yo recuerde, jamás te he dicho o hecho algo malo. —El menor lo miraba mordiéndose los labios, se detestaba a él mismo por decirle lo que estaba por soltar.

—James me contó lo que sucedió, él y yo somos amigos. —No hizo falta más palabras para que Connor entendiera su punto, pero aún así siguió. —Estoy enojado porque eres tan idiota como para hacerlo sufrir nuevamente, no pensé que serias igual a ella. —Y eso le había dolido, porque una parte muy pequeña suya sabía que había dañado al rubio, pero se negaba a aceptarlo.

—¿Ella? —Preguntó algo aturdido al notar la comparación de Parker, el oxigenado lo miró unos segundos, cruzado de brazos con los ojos entrecerrados, antes de contestar.

—Debby. ¿Por alguna razón terminaron, no? -Miró para todos lados, como si no quisiera que nadie más supiera lo que le estaba por contar. -Ella lo engañó, Connor, le rompió el corazón. Y como gran perra que es, ayer vino a encargar un ramo de bodas, para ella.

El enojo de Connor incrementó al saber lo que aquella rubia refinada le había hecho pasar a James, a su James. Sin embargo, el enojo pasó a un segundo plano tras ver entrar a Tristan y que este se pusiera a hablar tan cálidamente con el rubio.

Se acercó a ellos despacio, tratando de hacer de sus pasos un inevitable camino a la hoguera. Al llegar allí, Maggie estaba junto a su amigo, sonriendole y tomándolo del hombro, poniendo incómodo a Evans.

-Podríamos ir a almorzar, mi padre tiene un lindo restaurante a unas calles de aquí. -Los ojos celestes del rubio buscaban ayuda, quería salir de tan incómoda situación sin lastimar a la morena.

-Tristan debe llevarme a casa. -Fue la escusa que escapó de los labios de Connor, tratando de salvar a su mejor amigo que suplicaba que alguien le quitara la mano de la joven del hombro.

-En ese caso, podría acompañarlos y luego nosotros vamos a cenar. -Al castaño le pareció un poco graciosa la sonrisa forzada del mayor, pero estaba vez se había quedado sin ideas para ayudarlo.

-¿Por qué tardan tanto? Debemos irnos antes de que mis padres lleguen. -La cabeza rizada de Brad hizo aparición en escena, al rubio se le iluminaron los ojos al ver a su única salvación aparecer. Sin embargo, su mirada pasó a una resentida al ver a la teñida tocando a su chico.

-¿Aceptas o no? -Margaret sonrió, mostrando su impecable sonrisa. El rubio tragó saliva sin saber que contestarle.

-Disculpa, pero ¿quien eres tu?

-Soy Maggie. -Se presentó muy sonriente al rizado que la observaba con una pequeña sonrisa a su lado.

-Escuchame, Maggie. -El rizado sonrió de forma dulce mientras se acercaba un poco a la pelirrosa, esta no dejaba de mirar de una forma provocativa al rubio. -A Tristan le gusta los penes, en especial mi pene así que, a menos que te implantes uno y mi rostro, él jamás saldrá contigo.

Todos callaron, pero la carcajada de James hizo que la chica tomara su bolso y se marchara de ahí.

-Cuanta sutilidad. -Comentó riendo el rubio, pasó un brazo por el hombro de ambos chicos a la vez que decía. -Nadie entiende que yo sólo soy de mis dos bebés.

-Es mío perra, no te le acerques. -Brad miró "enojado" a Connor, antes de empezar a reírse.

Bradley era muy celoso y eso a Tristan le encantaba.

Flowers » JonnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora