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El gorro se ajustaba a su cabeza, dejando algunos mechones al aire que se movían con el frío viento de New York.

Su mano derecha estaba sujetando los currículum que debía entregar y su mano izquierda estaba oculta en el bolsillo de su abrigo. Su nariz estaba roja y sus labios un poco violetas.

Pescaría un resfriado el día siguiente, aún así no se detuvo y repartió en la mayoría de las tiendas. Justo cuando decidió volver a casa, junto a él había una gran floreria. Flowers in Mcvey era una de las tiendas más grandes de New York, tenía sucursales en varias ciudades del país y, muchos decían, que habían algunas en Mexico y Canadá.

Al ver la vitrina llena de rosas de todos colores recordó el primer obsequio que recibió y sin percatarse, ya estaba entrando al lugar.

Una campanilla sobre la puerta aviso su llegada, tintineo suavemente y eso le gustó bastante a Connor. A su izquierda, había unas grandes estanterías repletas de tulipanes de diferentes colores y a su derecha, las mismas estanterías con muchas más flores de diferentes colores.

El suelo era de madera, una madera blanca muy refinada y las paredes eran de un gris opaco. En el fondo del local, tres mostradores alineados daban un toque de elegancia al espacio ocupado. Visualizó varias puertas restringidas al público mientras caminaba por el lugar.

El castaño estaba tan asombrado con la deslumbrante tienda que no se percato del rubio que se acercaba a él sonriente.

-¿Connor? -El nombrado se volteo y notó la presencia de James frente a él. -¿Saliste a dar una vuelta con este frío? -Los ojos azules del más alto se dirigieron a fuera sin dejar de sonreír, le causaba ternura lo lindo que parecía el chico con gorro.

-Estaba repartiendo currículum y me llamó la atención este local ¿vienes a comprar flores a tu madre o novia? -La risa del rubio se escuchó en toda el lugar, llamando la atención de la mayoría de las personas ahí. Las mejillas del menor se tiñeron de un rojo intenso.

-Aquí trabajo. -Connor empezó a unir piezas en su mente y cuando abrió la boca sorprendido, el rubio volvió a sonreír.

-¡No puedo creerlo! ¿Eres el hijo del señor Mcvey? -Pestaño unas veces al ver el asentimiento del otro. -Wow, es decir wow. -James volvió reír mientras desviaba sus ojos a los papeles en la mano del castaño.

-Si buscas trabajo, yo podría hablar con mi padre y tal vez...ya sabes, él podría... -Esta vez, fue Connor quien rió por su nerviosismo y asintió aceptando su propuesta. -Genial, hablaré con mi padre para que te dé una entrevista.

-Si, gracias por la ayuda. -Lo único que se oía era la barullo de los clientes dando su pedido, el silencio los inundó. -Bueno, debo irme. Nos vemos luego. -Levantó su mano en forma de saludo, pero el rubio la tomó y lo guió a un mostrador antes de tomar una caja y darsela.

-Un cliente llamó diciendo que armemos esta caja de flores y la llevemos a tu dirección, supongo que era tu admiradora. -Me entregó la caja y la abrí con sigilo.

Era un ramo de fresias violetas.

Flowers » JonnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora