Capítulo 5:

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Capítulo 5:

Cuatro días después:

Justin:

Hacía más de diez minutos que había terminado su turno y ese tiempo lo había utilizado para dar un paseo sin rumbo con el fin de alejarse del local donde trabajaba.

Por fin se detuvo miró la hora en su teléfono las tres menos cuarto de la mañana, treinta mensajes, uno de Standall y ni tan siquiera se había planteado comenzar a ir hacia la casa de Alex, sacó de los bolsillos de su chaqueta un porro y un mechero, le prendió fuego y comenzó a fumarlo. Lo necesitaba, ¿Cuánto había conseguido aguantar? Una semana y dos días o por ahí estaba su récord, ni él se lo creyó después de todo nueva vida, viejas costumbres.

Volvió a dar otro calada y sonrió, sin duda lo echaba en falta mucho más de lo que estaba echando en falta el alcohol, pero aún así tenía pensado pasarse por la casa de Montgomery el próximo viernes ya que daría una fiesta y si tuviese suerte a las tres de la mañana todavía estarían allí.

Una penúltima espiración, una última calada, y tiró el porro al suelo, lo pisó y sonrió, ese era el último que le quedaba y ni de broma iba a pedirle dinero a Standall para comprar otro, o eso pensaba, ¿O tal vez si que llegaría a hacerlo sin importar lo que pensase ahora?
Depende mucho de cómo se sintiese y que tan alto necesitará elevarse a las nubes. Caerse de ellas era lo peor que podía pasarle y está semana intentando volver a comenzar le había pasado ya demasiadas veces.

Cuando se cae de las nubes comienza una fuerte opresión en su pecho, unas ganas intensas de llorar y de esconderse del mundo que le está haciendo daño, está seguro de que el dolor que siente en el corazón es psicológico ya que es como si de repente apareciese una pequeña aguja de la nada que se clavase en el corazón y no lo dejase ser feliz.

Su teléfono vibró en su bolsillo posiblemente acabase de llegar otro mensaje de Alex, no entendía como diablos podía quedarse levantado hasta tan tarde esperándolo.

Volvió a sacarlo de su bolsillo y descubrió que tenía razón, tenía ahora dos mensajes de Alex y veintinueve de Zach al cual llevaba ignorando desde el sábado cuando el hermano de Alex tuvo que interrumpir en su habitación para decirle que un compañero de clase, Zach, lo estaba llamando por el fijo debido a que no podía contactar con él por el móvil ya que Justin lo tenía silenciado y el de Alex estaba apagado. Alex había intercambiado un par de palabras con él y le había prometido que Justin lo llamaría en cuanto pudiera... y ahí había quedado... debido a que no tenía ninguna intención de llamarlo por el momento.

Por fin comenzó a caminar a paso lento hacia la casa de Alex con la única compañía de la luz de las farolas y de algún que otro coche que circulaba.

Llegó sobre las tres y trece a la casa, del cuarto de Alex salía una tenue luz, posiblemente debido a la lámpara que tenía en la mesilla de noche.

Miró a su alrededor para comprobar que no había ningún vecino en la ventana o pasando por la calle y decidió subir.

Al primer intentó se resbaló y se cayó de espaldas, rápidamente se levantó y se frotó la parte dolorida.

– Mierda.- exclamó en un susurro para no despertar a nadie.

Se sacudió la cabeza y está vez subió con algo más de cuidado. Por fin llegó al alfeizar de la ventana y con un salto bastante torpe, cayó de bruces contra el suelo.

– Joder, Foley, ¿Estás borracho o algo así?

– Una mala noche la tiene cualquiera.

Alex se sentó en la cama, tenía una mano apoyada en el estómago y un par de segundos después se tuvo que llevar la otra, cerró los ojos mientras una punzada de dolor lo sacudía por dentro, cuando el dolor se había vuelto a calmar abrió los ojos y encontró a Justin en ropa interior con tan solo una camiseta como dormía cada noche, estaba cepillándose los dientes.

Prepárate para caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora