CAPITULO 12. TRES MISIONES.

7 1 1
                                    

Atravesamos juntos los oscuros pasillo hasta la oficina del rey.

Ya es muy entrada la noche asi que no me preocupa que mi tio pueda estar presente, pues a esta hora y después de un baile debe estar en su alcoba ebrio como un marinero en dia de pago.

Tomo la daga de mi bota, mi estilete y procedo a abrir la cerradura igual que en el cuarto de Roby.

No es la primera vez que entramos a escondidas ni a esta hora en la oficina real y aunque generalmente también esta Joel, en esta ocasión el tiempo es oro y no puedo perderlo atravesando el castillo hasta su alcoba.

Manipulo el cerrojo un poco mas hasta que suena un ligero sonido metálico que me indica el paso libre.

Con cuidado de no hacer mucho ruido paso al despacho seguida de mi incondicional amigo.

La habitación esta calida y bien iluminada por la perpetua lumbre de la chimenea, el rey nunca la apaga, siempre deja que se consuma sola, miro su sofá que siempre esta de cara hacia el hipnótico baile de las llamas y avanzo con paso decidido hacia su escritorio.

La mesa de caoba esta llena de mapas, cartas y papeles revuelto.

E entrado muchísimas veces en presencia y ausencia del monarca pero nunca e visto tal desorden en ella, no es muy propio de él.

Me siento en su mullida silla de terciopelo rojo mientras Roby monta guardia en la entrada.

Examino los documentos cuidando de volver a colocar cada uno en su sitió exacto, pero ninguno habla del ataque a Nailen, del asedio a Ilias o del acuerdo de rendición que hablo Liliana.

-¿ carajo donde rayos se encuentran esos documentos?- digo entre furiosos susurros.

Estoy molesta por lo que sucede en este cuarto, por lo que sufre mi prima y mi país, por lo idiota que me siento por no encontrar los documentos y por dejarme seducir por Cander unas horas antes.

Abro los cajones y no hay nada, o al menos nada de lo que buscó.

Solo me falta el último pero está cerrado.

Lo pateo frustrada.

- shuuuu- escucho a mi amigo callarme, me volteo a verlo y con la mirada lo veo regañarme mientras coloca su indice en los labios, por si no me quedó claro el mensaje.

Cierro los ojos y tomo aire en un intento por calmarme, después de todo siempre hay una solución para todo, y este cajoncito no puede ser la excepción.

Soy consiente que no actuo como yo misma, suelo ser mas calmada, profesional y calculadora en las misiones, pero estoy furiosa, sobre todo conmigo misma.

Intento abrir el cajón con mi daga pero no funciona por que es muy grande y corro el riesgo de marcar la madera o romper el cerrojo delatando la intromisión.

Luego recuerdo los pasadores que guarde en mi bolso para sujetarme el cabello, esculco con mi mano hasta encontrarlos, tomo uno, me siento en la alfombra y en un, dos por tres abro el cajón.

Sin embargó esta vacío.

-esto no es posible- estoy al borde de mi frustración y mi tono de voz lo confirma.

-¿que paso?- me pregunta Rob entre susurros.

No le contesto, deliberadamente lo ignoro hasta que logre recuperar un poco de calma.

"El torpe cajón esta vacío, ¡¡¿como es posible?!!, perdí todo este valioso tiempo para nada y encima, sigo en las mismas, sin saber nada importante."

Cuando estoy por contestarle un poco mas serena lo que vi, logro notar algo curioso, que había escapado de mi a causa del momentáneo retornó de mi frustración.

LA DAMA Y LA ESPADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora