Capitulo 16: Palabras junto al mar

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Amanecía, el sol mostrando su gran esplendor, rebosando en mi ventana, iluminando mi cuarto, se podía ver, justo pegada en mi puerta, un papel.

"Gracias por el hospedaje, antes de irme no tenías fiebre, espero que te recuperes, leí tus bocetos, tienes que mejorar un poco más. PD: Tome un poco de tu dinero. Att: Ana"

Quisiera haberme podido despedir de ella, pero como siempre, se iba como una ráfaga de viento, sin dejar nada atrás.

Sin darme cuenta, ya no me sentía tan mal, no estaba totalmente recuperado, pero podía hacer algunas cosas, entonces decidí prender el teléfono el cual no le había prestado atención, duraba bastante en cargar, era viejo, así que mientras el celular empezaba a cargar, yo intentaba escribir.

Simplemente, me sentía más relajado, era agradable poder estar escribiendo, aunque solamente presionaba las letras y formaba oraciones, es agradable poder escuchar la presión ejercida en las teclas, entre tanta luz, podía escribir, sin ninguna restricción.

Tenía que comer, así que mientras me vestía, creaba historias en mi mente, como un juego, para poder seguir escribiendo sin equivocarme.

Mientras salía de mi edificio, solo, las hojas caían enfrente de mí, mostrándome la época en la que me encontraba, sin mucho en que pensar, decidí ir a un supermercado para comprar comida al microondas.

El viento frio, la simple brisa que me rodeaba, la gente que pasaba a mí alrededor, estaba tranquilo, totalmente... Tranquilo.

Luego de ir al supermercado, pase por un parque, para distraerme, buscando algo, una señal de inicio, para poder escribir una buena historia.

Sentado, en medio del parque, me encontraba enfrente de una fuente, era bonita, ya que si te fijabas, gracias al reflejo del sol, podías ver un pequeño arcoíris, pasaban las personas junto a las horas, y yo seguía contemplando la fuente, realmente no quería regresar a casa.

Una bonita pareja de ancianos se sentó a mi lado; sonriendo, hablando, agarrados de las manos, podías ver una bonita pareja formada por un matrimonio. Su charla era entretenida, podía ser un potencial para escribir, Así que cuando decidí acercarme para preguntarles algunas cosas, escuche la única noticia que jamás espere.

– ¿Qué día es hoy querida? – Pregunto el viejo con una sonrisa en su cara, mientras sostenía de su mano, sentados uno junto al otro.

–Creo que es... veinticinco de octubre amor – respondió la señora mayor.

Ya entiendo la razón de mi tranquilidad, luego de enfermar, había olvidado la fecha en la que me encontraba,

Porque... El veinticinco de octubre, es el día que mi madre murió...

Mi hermosa y tranquila melodía, se había vuelto una trágica pieza.

Caminando hacia la funeraria, tenía miedo de ir a verla, el mundo el cual estaba lleno de colores, empezaba a verlo en blanco y negro, recordando los buenos momentos junto a mi madre, incluso luego de tanto tiempo, me cuesta reconocer su partida, aun pienso que es una broma por parte de ella. Que algún día regresara.

Pero estando frente a su tumba, me doy cuenta que no es así, con un ambiente melancólico, gotas de lluvia empezaban a caer, mientras yo me empezaba a quebrar enfrente de ella.

Mi cuerpo se empezaba a desplomar, con la lluvia que me rodeaba, las lágrimas que salen de mis ojos se iban juntando con las gotas que caían a mí alrededor.

– Discúlpame... Por favor, madre... Discúlpame – palabras dedicadas a alguien que ya no estaba junto a mí, salían de mi boca, repitiéndolas una y otra vez.

Los recuerdos que había tenido con mi madre, se iban reproduciendo en mi mente, desde sus ricos desayunos, hasta sus deliciosas cenas.

Recuerdo pasar unas duras noches abrazado junto a ella, mientras me contaba historias de su infancia.

También cuando me regañaba junto a Ana por hacer alguna travesura, ella tenía un carácter fuerte, pero aun así, siempre buscaba la forma de demostrarnos su amor.

Realmente... La extraño, si ella estuviera aquí, seguramente estaríamos todos juntos, en un círculo formado por su amor.

Cuando estaba saliendo de la funeraria, todo se veía en blanco y negro, con un fuerte dolor en el pecho, el camino se hacía inseguro para mí, si llego a dar un paso en falso, seguramente... Entrare en una depresión, de la cual no podre salir.

Caminando de camino hacia mi hogar, con la vista hacia abajo, pasaba junto a un mar, pero se veía tan oscuro, que daba miedo.

Tal vez... Si me tiro en el... Deje de sufrir tanto. Pensamientos que estaban llenando todo mi cuerpo, impulsándolo a hacer una locura.

Los pasos me acercaban a la orilla del mar, donde me encontraba, había una rejilla que separaba al mar de la ciudad, la diferencia era muy grande, así que lo más seguro, es que muera en las profundidades.

Asomándome, el pensamiento se hacía más fuerte.

Creo... Que este será el fin de "Hugo Clark Jr."

Subiéndome a la rejilla, podía ver mi reflejo junto al mar.

Al fin... hare que todos se dejen de preocupar por mí.

Toda idea desaparecería al momento de saltar, así que estaba votando mi vida por el vacío. Aunque justo cuando ya no sentía miedo, pude sentir mi teléfono vibrar con todas sus fuerzas.

No tenía ni idea de qué hacer, así que con bastante miedo abrí el teléfono.

Me quede sin palabras, habían más de setenta llamadas perdidas y doscientos mensajes en total. Tanto de Ana, como de mi padre, pero había un número desconocido, el cual había llamado más que los otros dos

El teléfono empezó a vibrar otra vez, anunciándome que alguien me estaba llamando, entonces atendí.

– Hugo... ¿Hugo eres tú? – se me hizo una voz familiar, así que con curiosidad respondí. –

– SI... ¿Quién habla? – no tenía muchos ánimos de hablar pero realmente me daba curiosidad saber con quién sería mi última conversación. –

– Es... Milla– Realmente no me esperaba esa respuesta. – ¿HUGO PORQUE NO ATENDIAS? – Grito desde el otro lado del celular – ¡ME TENIAS REALMENTE PREOCUPADA! – Podía sentir su molestia

No podía decir nada, me encontraba realmente impactado, pensé... que... Si moría... Nadie se daría cuenta.

– ¡Hugo! No te encontraba por ninguna parte... P- Pensé que te h- había pasado algo malo– Podías sentir sus lágrimas desde el otro lado del celular, incluso su molestia se había convertido en una tristeza.

–Disculpa... Milla– Dije con un nudo en la garganta.

El cielo que se veía en blanco y negro, se empezó a llenar de colores diversos, mientras miraba al dulce cielo, las olas que se veían tan oscuras y tristes, empezaron a tomar un color más cálido y agradable.

–Soy un estúpido ¿verdad? – mencione sin pensarlo dos veces.

Una Sonrisa MasWhere stories live. Discover now