Capítulo 0

1.3K 81 9
                                    

El mar nunca había estado más sereno y el sol nunca había calentado tanto. Siendo yo un chico que ama el frío y que escapa hacia las sombras a cada oportunidad, se podría decir que este día andaba desesperado por escapar de mi hábitat habitual.


Lo único que hacía cada día era ir a la universidad y volver a casa para encerrarme en mi cuarto y dedicarme a lo que me apeteciera, probablemente era un bueno para nada para mis padres. Bueno, probablemente no, ya que no se cansaban de repetirlo, eso y que había sido el gran error de sus vidas.
Esa era la principal razón de mis huidas repentinas, no porque no fuese a volver, sino por querer aparentar ser el chico querido por todos y sin problemas más que los normales en un chico de 19 años.

Y sí, hoy el mar es perfecto, y mientras estoy sentado en un pequeño muro a ras de arena me pregunto que pensará la gente de mí; ¿tal vez que estoy esperando a alguien? ¿Que soy un romántico? ¿Que soy un chico raro sin nada que hacer?, si piensan lo último han dado justo en el clavo.

Dejo pasar las horas y mi posición quizás haya variado en milímetros cuando alguien toca mi hombro con una botella de agua fría como el cielo.
Cuando averiguo su rostro, el mío se congela. No es posible, es una broma. Sus ojos, su nariz, todo es igual a mí. Lo único en que se diferencia es en la forma de vestir, mientras él luce una camiseta raída y sucia, yo porto una sin mangas de Gucci, regalo de mi madre por no incordiar en una cena con su amante.

Le miro cortante y sin emociones más que sorpresa e incredulidad.

- ¿Quien eres? - le espeto, mirándolo como si de un espejo se tratase
- TaeKook, tu hermano - lo dice con confianza, como si me conociese de siempre.
- ¿Mi qué? - de la nada emerge un hermano gemelo vagabundo del que no tenía idea - Mira esto... No entiendo nada.

Él se queda mirándome y abre la botella, que me ofrece y yo acepto sin contemplaciones, lo único que se ahora es que he estado 2 horas al sol sin más agua que la salada llena de algas del frente.

- No te voy a pedir nada, ahora que eres mayor de edad creí que debía decírtelo - sus ojos se tiñen a un oscuro carbón - nuestros padres nunca quisieron hijos y con uno era suficiente, así que a mi me cedieron a cambio de una sonrisa a una mujer de la calle.
- ... - mi aliento se entrecorta y sin más en mi corazón que preocupación por mi desaparecido hermano estallo - ¿ Entonces por qué vas así, porqué luces como un sin techo ?
- Porque lo soy, nadie le da trabajo al hijo - remarca llevando las manos al aire dibujando unas comillas - de una mujer que se supone haberle enseñado solo a vender drogas.

Mi corazón se hiela y sólo aumenta más el odio hacia mis padres, no solo me habían ocultado un hermano sino que lo olvidaron por completo en un instante.
Mi hermano da un paso atrás y levanta su derecha en signo de despedida

- ¿Qué? ¿Qué haces? No puedes irte así... Tenemos que... Tenemos que hablar con mis padres...algo - digo con tono descuidado.
- JungKook - le miré sin sentido al percatarme de que él incluso sabía mi nombre - yo no existo para nadie y sería solo otro dolor de muelas para otra persona, veamonos aquí el mismo día cada semana y hablemos, ¿lo harás?
- Por supuesto - digo sollozando - lo prometo.

Mi hermano se aleja entre la multitud, destaca su pelo negro desaliñado, que contrasta con el mio, siempre arreglado.
Le miro sorprendido y vuelvo a sentarme en ese muro por más y más horas, tantas, que se me va la noción del tiempo y la brillante luna golpea al mar con su reflejo.

En un instante oigo un frenazo en la carretera detrás de mi y pasos fuertes de una persona se acercan, intento observar por el rabillo del ojo, pero se frustra cuando unas manos pequeñas me obligan a seguir mirando al mar.

No es una mujer, su perfume es fuerte y adictivo.

Instintivamente sacudo las manos que me atrapan y empiezo a correr sobre la arena en un esfuerzo por huir, pero me sigue sin dudar y se lanza sobre mi.
Veo una cabellera negra que me cubre los ojos, cuando se levanta un rostro enmarcado por duras facciones me miran sorprendido, sus gruesos y rosados labios empiezan a temblar. En un instante se quita un pañuelo que llevaba atado al cuello y me cubre los ojos.

Despierto en una furgoneta oscura, maniatado y con fuerte música de fondo. ¿Dónde demonios estoy?.

CLAUSURA - JiKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora