Capítulo 22

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Jimin Pov

Declarado? Culpable.
De qué? Secuestro e intimidación.
Sentencia? 6 años de prisión.

Por suerte la falta de pruebas jugó a mi favor y disminuyeron la pena de 12 años a 6.
Estaba harto de reformatorios, cárceles y todo lo relacionado a esto.
Me pasaba todo el día pensando en si Jungkook realmente estaba loco o si de verdad estaba enamorado de mí, esas preguntas me comían por dentro, pero se llevó una parte de mi corazón con él, y espero que lo estuviese cuidando como yo cuidaba el suyo.
Me preguntaba cada día si volvería con él, si todo el "amor" compensaban mi vida entre rejas.

- Park. Salga.

El oficial empujó la puerta de hierro y el estruendo se mudó a las celdas contiguas, provocando que todos los presos, curiosos, asomasen sus caras entre los barrotes. Mi compañero de celda, Yoongi, seguía estirado en el camastro, con los ojos cerrados y el ceño fruncido, como siempre.

Me apresuré a salir tras la tremenda mirada que me lanzó el funcionario y anduve rápidamente delante suyo, guiado a empujones por el corredor.

Todos los presos vestíamos unos monos de color rojo que destacaban con los uniformes negros de los carceleros.

- ¿Dónde vamos? - no pude evitar sorprender al ver como me esposaban antes de salir al pasillo de las oficinas.
- Tienes visita Park. Tienes suerte, la mayoría que viene aquí no recibe visita en ningún momento de la condena.

Todos los que allá convivíamos estabamos acusados de secuestro, allanamiento con violencia e incluso por intento de agresión sexual, aunque estos últimos estaban marcados con una banda negra en la manga derecha del mono rojo.

- ¿Quién es? - mi curiosidad llegaba mucho más allá que cualquier cosa, teniendo en cuenta que había vivido casi toda mi vida solo.
- Se llama Justin Seagul o algo así.

Me toqué la cabeza como un niño que no entiende ni una palabra de la conversación de un adulto.
Sin más dilación me adentré en la sala de visitas y me senté en una silla de plástico, al extremo de una mesa de madera oscura.
Aquella misteriosa persona entró por la puerta y mientras frotaba mis ojos se sentó en la silla frente a mí.

En cuanto mis pupilas se adaptaron a la luz tenue del lugar, tuve la mayor satisfacción que un hombre pueda sentir.

No podía creer lo que estaba viendo, no pude creer aquella fragancia, aquel porte.

Me tape la boca y apreté los labios tras mi mano, no podría dejar de posar mi mirada sobre él aunque me soplasen en la cara.

Allí estaba mi niño; el ser más hermoso de este puto planeta y el único al que, contrariamente a mis dudas, secuestraría mil veces más si así lo requiriese.
Extendió la mano por la mesa hasta tocar uno de mis brazos.

- ...Jimin - suspiró - ¿cómo has estado?

Sus labios se llevaron toda mi atención, ese color cereza intenso, esa humedad que se colaba por sus comisuras sin pieda por mi sed.
Me empecé a incorporar y oí como la puerta se empezaba a abrir, me detuve aún sin apartar mi mirada de la suya, Jungkook levantó le mano y el oficial se retiró, mi galletita cogió su silla y con ella bloqueó la puerta de la sala, se acercó al cristal (que todos sabemos es una ventana) y picó en ella dos veces, como si de una puerta se tratase.

Se acercó a mi y incorporé totalmente sin mediar palabra y volviendo a centrarme en sus labios; ya a muy pocos centímetros, Jungkook levantó mis brazós y se coló entre ellos, sin dejar que las esposas pudiesen interponerse.

- Hyung... te he echado tanto de menos - se fue acercando a mí hasta que nuestras frentes chocaron.

Como si de un vino caro se tratase, empecé a captar cada fragancia que emergía de cada poro de su piel, mis ojos se cerraron por el éxtasis que me embriagaba.
Ya tocándonos la punta de la nariz, sus labios robaban cualquier otra cosa que nos pudiese distraer.
Y me contuve un poco más, drogándome a base de la droga que me proporcionaba.

- Jimin... no estoy loco. Te amo, y si eso es estar loco... prefiero morir de esta locura.
- Jungkook..

No pude evitarlo más.

Le besé tan fuerte que temí quebrar sus labios, pero ni a él ni a mí nos importaba, dimos unos cuantos traspies hasta que tuve al hombre de mi vida entre aquel frío cristal y mi cálido pecho. Su cabeza reposaba en mis manos, que separaban su cráneo del vidrio.

Alguien empezó a golpear la puerta, a gritar y a maldecir. No me importaba.

Estaba ocupado mordiéndo cada beso que me profería, recorriendo cada rincón de su lengua con la mía y amándole más que cuando me enamoré de él y me juré que jamás podría querer a alguien de esa forma.

Lograron entrar y mientras que intentaban quitarme las esposas para librar a "mi presa" de mi mismo, seguía besándolo y respirándolo, aún más a cada aliento.

Una vez me separaron de él y me disponían a sacarme de aquella sala Jungkook abrió su dulce boca con amargas palabras.

- Voy a pagar la fianza.

Amargas? Sí.

Sabía que mi fianza ascendía a los 75.000.000₩, una cantidad que le permitiría seguir su sueño de estudiar música en el mejor conservatorio de la ciudad y crear su propia firma discográfica, no estaba dispuesto a ser la razón de su infidelidad.

Grité y rogué que no lo hiciese, pero sus ojos vidriosos, su dulce sonrisa y... esos labios...

Esos labios.

CLAUSURA - JiKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora