Capítulo 5

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A la mañana siguiente el caballero de Libra estaba listo, solo le quedaba despedirse de su hija, hace tiempo, cuando Shion le dijo que tenía esa misión, Sara ya tenía ocho meses de embarazo.

(Flashback)

Shion: Dohko, fui a Star hill y hablé con las estrellas… dicen que tienes que ir a los cinco viejos picos de rozan para resguardar el sello que mantiene cautivos a algunos espectros.

Dohko: ¿Q-Que?... pero Shion, mi bebé está por nacer y quiero estar aquí…

Shion: lo sé, y no quiero que estés ausente en la llegada de tu hijo, veré que puedo hacer para que sigas aquí

Dohko: Gracias Shion

Shion: de nada amigo

(Fin del flashback)

Fue a la habitación de la bebé, la tomo en brazos para darle el último adiós por un tiempo.

Dohko: hija… mi pequeña princesa… perdóname, se que tal vez lo que te estoy diciendo lo olvides... e incluso me olvides a mi, pero no importa porque pase lo que pase yo siempre estaré contigo para protegerte y quererte porque eres mi hija.
Vivirás con tu tío Shion un tiempo, te prometo que algún día volveré, junto con tu madre y seremos felices nosotros tres, te lo prometo, porque tu y ella son lo mejor que me han pasado en la vida…

La pequeña se movió un poco en los brazos de su padre, mientras este se dirigió a la sala del patriarca, al llegar le entrego a la pequeña para después irse para cumplir con su misión.

La bebé comenzó a llorar, Shion la mecía para que se tranquilizara, lo cual funcionó un poco, después llamo a unas sirvientas para que le dieran de comer a la pequeña niña.

Con el pasar de los años, Daira se convirtió en una niña traviesa y llena de energía, siempre iba de un lado a otro haciendo alguna que otra broma, aunque no siempre podía ya que también entrenaba por una armadura de plata, siempre era entrenada por su tío, el cual a veces le decía papi, porque para ella él era su figura paterna y su querida nana era como su madre y las sirvientas eran sus amigas, ellas siempre eran buenas con ella, muchos niños la consideraban consentida, pero sin embargo no era así, sabía que no podía darse el lujo de ser una niña mimada, de hecho, odiaba a ese tipo de personas.
Ese día estaba descansando en el jardín del santuario a la sombra de un gran árbol, al no ver a nadie cerca, decidió quitarse la máscara para poder sentir la brisa en su rostro, odiaba tener que usar la máscara.
Por un momento cerró los ojos, estaba muy tranquila hasta que escucho una voz muy familiar, la cual desearía no escucharla por lo menos un día entero.

Daira: -suspira-.

Karla: oye niñita mimada, estás rompiendo las reglas de los santos femeninos

Daira: ¿ahora que quieres?, ¿simplemente molestarme?

Karla: hablo en serio, no te puedes quitar la máscara

Daira: que yo recuerde no estoy rompiendo ninguna, si así fuera, un chico me estaría viendo mi rostro, pero ni siquiera tú me estás mirando a la cara

Karla: estoy segura de que no querrás que le cuente al patriarca sobre esto, ¿o si?

Daira: esto que estoy haciendo no va en contra de la reglas, si quieres ve y dile, es más, voy contigo y así las dos comprobaremos que lo que dices sobre que está mal que yo venga a descansar un poco, y si lo haces, quedarías mal con el patriarca, manchando tu reputación.

La castaña se fue hecha una furia, Daira no podía entender de porque ella la trataba mal, siempre la molestaba y más que nada, odiaba que le dijeran ”niña mimada”, porque ella no era así.
Pasaron unas tres horas y finalmente era hora de regresar a la sala del patriarca para cenar.
La pelinegra se dirigió hasta allá, aprovecharía para darse un baño y durante la cena le pediría permiso a su tío para ir a la zona donde viven los santos femeninos, ya que ahí se encontraban sus amigas, las cuales no había visto desde hace un mes y ya las extrañaba mucho.
Cuando llego la cena aún no estaba y como lo había planeado se fue a dar un baño, su nana le preparaba la pijama y cuidaba de que no se ahogara en la bañera, ya que esta era más grande que la niña.
Cuando salió se arregló y fue darle las gracias a su nana para después darle un beso en la mejilla e irse a cenar.

Shion: pequeña, ¿Qué tal tu día?

Daira: igual que siempre, aunque esta vez hubo más tranquilidad

Shion: entiendo

Daira: por cierto, ¿mañana puedo ir a visitar a mis amigas? Por favor tío

Shion: está bien, puedes ir




Continuará…

La hija de Dohko de LibraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora