En el Palacio real se acostumbra contratar a un tutor que se dedica a educar a los príncipes reales con el fin de prepararlos para el trono. Este puesto sólo se le otorga a los educadores más prestigiosos y brillantes de todo el reino. Estos reciben el título de "tutor real".
El rey de Grantzreich, Viktor von Grantzreich. Nombra "tutor real" a Heine Wittgenstein. Dejando a Heine con la tarea de volver a cuatro príncipes aptos para el trono. No obstante... Los hijos del rey son chicos problemáticos que han ahuyentado a sus antiguos tutores. Pero Heine tomando el control como profesor, no logra ser vencido por los caprichosos príncipes de Grantzreich. Ganándose el respeto de cada uno de ellos.
Entre aquellos príncipes se encuentra Licht von Grantzreich, el menor con tan sólo catorce años. Que a pesar de su edad es todo un donjuán, pero muy en el fondo se trata de alguien serio.
Licht comenzó a trabajar como mesero en un café muy llamativo del pueblo. Claro, que al principio sólo fue para poder atraer hermosas jóvenes, pero con el tiempo terminó siendo de su agrado tal empleo. Por lo que después de unas riñas en ser descubierto por su profesor y su padre, logra ser autorizado para seguir trabajando en el café. Ocultando su verdadera identidad, siendo resguardado por guardias y a la vez teniendo clases con Heine en el mismo café.
Todo era perfecto para este apuesto chico. Claro... Hasta ahora.
— Esto es demasiado extraño...
-—¿Hm? ¿Qué cosa?
Desde la misma mesa junto a la ventana donde siempre se sentaba Heine cuando iba al café, Licht observaba el entorno mientras dejaba el kapuziner con pastel de dobos que había pedido su cliente, o mejor dicho, su profesor.
— Hace unos días que estamos recibiendo a muy pocos clientes. Mira, está casi vacío y se supone que es la hora en la que hay más ventas.
Heine observó el local y notó la ausencia de gente, habían tan sólo seis personas, una en cada mesa, incluyéndose él.
— Tienes razón. Casi no hay nadie. – Le dió la razón, hablando después de darle un sorbo a su kapuziner que le dejó un pequeño bigote blanco a causa de la crema.
— Es por mi culpa... – Habló una voz que se acercaba hacía Licht y Heine.
Se trataba de Felix Sommer, el dueño del café y jefe de Licht, quién traía un rostro de tristeza a la vez que arrastraba los pies.
— ¿Su culpa? ¿Cómo se pueden espantar clientes tan rápido si usted siempre está trabajando aquí dentro? No diga esas cosas.
— Verás Richie, uno puede cometer errores sin notarlo a la primera. – Explicó aún desanimado. — La semana pasada en tu día libre... Habían tantos clientes que era difícil atender a más de tres a la vez, y sin darme cuenta... Ya tenía a cinco clientes bajo mis servicios. Entre uno de ellos había un señor que pedía sólo copas de un buen vino, como ya eran más de las veintiuna horas no le tome importancia. Sin embargo... No me di cuenta de todos los vasos que le había servido, para cuando me vi libre por un rato, el hombre ya estaba más que borracho. Dejé de servirle y atrayendo su atención para que se fuera pronto a casa, él chocó con otro cliente que estaba en sus mismas condiciones, pasando a llevar la copa y derramando el vino en la ropa de este otro caballero. De esta manera el señor con la ropa sucia se enojó tanto que comenzó a empujar al otro hombre y así comenzó una pelea aquí adentro. Algunos clientes salieron huyendo por el miedo y otros muy molestos por el escándalo... Esos mismos clientes pudieron haber esparcido la voz sobre la pelea de estos señores en el café y por esa razón tenemos menos clientela. – Terminó de relatar el hombre castaño incluso ahora con un aura depresiva a su alrededor.
Licht colocó una mano en el hombro de su jefe en un intento de compasión.
— No debería preocuparse, las personas se darán cuenta de que este café es espléndido.
— Pero de que se hayan esparcido rumores está más que justificado. La poca clientela lo dice.
Y ahí estaba Heine, tocando la herida sin pudor y ni pizca de sensibilidad.
— ¡No es momento para decir la verdad! – le reclamó Licht, abrazando ahora a su jefe porque había comenzado a sollozar.
— Pero puede arreglarse. – Determinó mientras se llevaba a la boca un trozo de su pastel.
— ¿Uh? ¿Cómo?
Heine miró hacia la ventana, observando a un comerciante de dulces, quién hablaba muy alto para llamar la atención de las personas que pasaban sobre sus productos de calidad y caseros.
— Publicidad. Podrían entregar panfletos del café y ofreciendo nuevas ofertas, eso ayudaría para atraer clientes.
— ¡Es una muy buena idea, Heine-chan!
— Lo es, pero surge un problema... – Dijo pensativo el señor Sommer, recibiendo caras de duda por parte de Licht y Heine. — No tengo el suficiente personal para que hagan ese trabajo. Podría hacerlo yo, pero no puedo dejar el café.
«Que problema... Significa que no sólo faltan clientes, sino que también estamos hasta cortos de personal.» Pensó Licht esforzándose por encontrar una solución.
— ¡Oh! ¡En ese caso les puedo prestar algunas personas!
Una voz escandalosa que venía desde la entrada se hizo presente, el jefe del café se veía sorprendido y emocionado. Sin embargo, a Licht se le pusieron los pelos de punta y a Heine casi se le cae su kapuziner. ¿Cómo no identificar esa voz?
— ¡El padre de Richie! Un gusto de verle.
— Pa-padre... ¿Qu-qué estás haciendo aquí?
— Vine a ver a mi querido hijo.
«Si, claro.» Pensó Heine reponiéndose del susto.
Viktor von Grantzreich había entrado al café mostrando una radiante sonrisa mientras se dirigía a los aludidos por haber escuchado "accidentalmente" el problema de clientela.
— Muy buenas tardes, escuché que les hacía falta personal en el café.
— ¿Eh? ¡¿Piensas trabajar otra vez?! – Dijo un exaltado Licht. Por nada del mundo quería volver a ver a su padre trabajando en el café para humillarlo.
— ¡Estaría más que agradecido de que trabaje con nosotros!
— ¡Jefe! – le gritó en la cara al verse traicionado.
Heine se mantenía alerta, sabía que la visita del rey no tenía nada que ver con lo que decía. Viktor era un maldito manipulador que aunque creas que no sabe nada puede mover sus piezas desde las sombras. Tramaba algo, esa sonrisa lo decía todo.
— Oh, no... Desgraciadamente no puedo trabajar aunque me encantaría poder serles de ayuda. – Habló a la vez que tomaba a Licht por los hombros para calmarlo. — Pero si usted desea, puedo traer a ciertas personas para que lo ayuden de mi parte.
Con oír la última frase, fue suficiente para que el pelirrojo cambiara su expresión y captara toda intención por parte del rey de Grantzreich.
— Esto será difícil...

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Lesson II: Advertising Helpers. [The Royal Tutor]
Hayran KurguSegunda parte de "Lesson: To take care of a sick person". De las nuevas órdenes del rey Viktor von Grantzreich, encomienda a Heine para evaluar una nueva actividad para sus hijos. Por alguna extraña razón el Café donde trabaja Licht está en malas co...