Capitulo 2: Librando la batalla

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El auto se estaciono junto a la acera y mi papá giró la llave para apagarlo

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El auto se estaciono junto a la acera y mi papá giró la llave para apagarlo. Sonreí soltando un suspiro, mirando por la ventanilla mi hogar y sintiéndome feliz de finalmente poder echarme en mi cama para descansar un poco.

Baje del vehículo y me dirigí a la entrada de nuestra casa, la cual poseia una bonita fachada, pintada con tonos naranjas, detalles en madera y con algunos arbustos adornando sus alrededores y el camino a la puerta.

- Sofía ¿No me piensas ayudar? - Preguntó mi papá a mis espaldas.

Me detuve y me di la vuelta, para así verlo cargando las bolsas de la compra que mi mamá y mi tía nos habían ordenado hacer; eran algunos ingredientes como azúcar, harina, mantequilla y huevos, para hacer los pasteles y demás postres del negocio.

Avergonzada, me apresure a ir junto a mi padre para ayudarlo a cargar la bolsa donde iban los huevos.

- Lo siento pa', es que me muero por llegar a mi cama - Confesé, caminando junto con él hacía la puerta.

- Tu cama no va a ir a ninguna parte hija, en cambio YO voy a ir al hospital si me caigo cargando todo esto - Dice, sacando con dificultad las llaves del bolsillo de su pantalón.

- Qué exagerado eres - Giro mis ojos, pero no paro de sonreir.

Realmente, él no es mi padre, mi verdadero padre y mi madre están divorciados, así que este es mi padrastro: George, que de todos modos es igual a un padre para mi.

Llegamos hasta la entrada y mi papá me dio las llaves para que yo abriera, dejó las bolsas que tenía en sus brazos frente a la puerta y corrió al auto a buscar las demás.

- ¡Ya llegamos! - Digo a la vez que abro la puerta y entro a mi casa, respirando un aroma dulce a canela, muy típico de mi hogar.

Más rápido de lo que podría haber contado un segundo, un par de pequeños brazos se envolvieron a mi alrededor y me apretaron con fuerza, casi asfixiandome.

- ¡Sofía! - Exclama mi pequeña prima y casi hermana, Jamie, por poco dejándome sorda.

- ¡Jamie! - Me recupero de mi aturdimiento y como puedo la abrazo, rodeandola con un brazo y sosteniendo la bolsa con el otro.

Jóvenes de CristoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora