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Cuando era un niño, vivía junto con mis padres y mi hermano en una acogedora casita en las afueras de Fechtown, en un pequeño pueblo con más vegetación que construcciones modernas. Nuestro hogar era humilde, sin lujos mayores, pero lo más importante es que se sentía justo como eso, como un hogar. Tenía un patio grande, en donde mamá sembraba flores de todas las especies y colores habidos y por haber, como también frutas y verduras, con un bonito columpio que papá había construido cuando yo aún no existía. Cuando no teníamos que ir a la escuela, mi hermano y yo pasabamos el día entero jugando allí, creando recuerdos que aún atesoro en mi corazón.
Recuerdo que al terminar el día, al papá llegar del trabajo, mamá preparaba jugo de naranja natural y lo acompañaba con su delicioso pay de calabaza, y así los cuatro nos sentábamos en el suelo de nuestra pequeña sala a degustar tal delicia. En eso, mamá sacaba un libro del gran estante junto a la pared y nos lo leía en voz alta, haciendo una voz diferente para cada personaje. Usualmente eran cuentos bíblicos infantiles, pero eran muy disfrutabables.
- ... Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien Dios llamó en una visión, y Ananías le respondió: "Heme aquí, Señor" - Mamá imitó la voz de un hombre, muy mal, pero eso era lo cómico del asunto - Y el Señor le dijo: "Levántate y ve a la calle llamada Derecha, y busca en casa de Judas a un hombre llamado Saulo, de Tarso, porque él está orando y ha visto en una visión a un hombre que se llama Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista".
Mi hermano y yo estábamos sentados frente a ella, ambos prestando atención; yo más entusiasmado que él por ser el más pequeño. Papá también escuchaba sentado en su sillón.
- Entonces Ananías respondió: "Señor, he oído a muchos hablar de éste hombre, sobre todos los males que ha causado a tu pueblo santo en Jerusalén; y aún aquí, tiene la autoridad de los sumos sacerdotes para llevarse preso a todo aquel que invoca tu nombre" - Leyó - Más el Señor le dijo: "Ve, porque he escogido a ése hombre como instrumento, para que hable de mi a la gente de otras naciones, a sus reyes, y también a mi pueblo..."
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Jóvenes de Cristo
EspiritualSeis jóvenes con distintas vidas, distintas situaciones, distintos pensamientos, y al principio, distintos caminos, pero al final algo en común, un llamado y un mismo destino, que conllevan una misión: Ir y predicar el Evangelio. No hay nada mejor...