...
Me apliqué perfume, peine mi cabello, me coloque una chaqueta a juego con mis zapatos, en fin; me arregle lo mejor que pude, no precisamente para llamar la atención (Bueno, en parte si, un poco), sino porque, simple y llanamente me gustaba estar bien arreglado.
Me mire en el espejo terminando de peinar mi cabello con mis manos. En ese momento pense en lo obvio que era el porque todas las niñas de la escuela se acercaban a mi, yo no estaba nada mal: Cabello castaño digno de un modelo de Pantene, ojos azules y profundos, alto, de una contextura ni tan delgada ni tan rellena.
Bueno ya, que luego se me salen los humos.
Era consciente de lo guapo que era, y ser guapo no es algo malo, de hecho, le doy gracias a Dios por la forma en la que me hizo; pero teniendo en cuenta que todas esas chicas fastidiosas solían acercarse a mi solo por mi apariencia, algunas veces pienso que hubiese sido mejor nacer un poco más feo; más delgaducho, con los ojos marrones, un poco más bajo... Quizás así no hubiese tenido tanta chusma detrás de mí.
Y como si fuera poco, yo siempre iba como todo un modelo. Antes no conocía lo que era la sencillez y la modestia. Arreglarse es bueno, pero yo era algo exagerado.
Luego de haber terminado de vestirme y de haber ordenado mi cama, escuché a mi mamá llamándome desde la cocina a gritos.
- ¡Jason, tu desayuno está listo!
- ¡Ahí voy Mami! - Le grité de igual forma.
Tomé mi mochila y fui hasta la cocina del departamento, en donde mis padres me esperaban en la mesa para dar gracias por los alimentos. Me senté y deje la mochila en el espaldar de la silla.
- Te hubieras tardado un poco más - Bromeó mi padre.
- Bueno, para la próxima intentaré hacerlo - Respondí con el mismo tono.
- Dudo que eso sea posible - Volvió a contestar.
Ya estábamos en nuestra típica discusión amistosa "Padre vs Hijo", o como mamá la había nombrado "J. Mayor vs J. Menor".
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Jóvenes de Cristo
SpiritualSeis jóvenes con distintas vidas, distintas situaciones, distintos pensamientos, y al principio, distintos caminos, pero al final algo en común, un llamado y un mismo destino, que conllevan una misión: Ir y predicar el Evangelio. No hay nada mejor...