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"Puedo contar con los dedos de una mano, los atisbos de alegría que he experimentado en los años que han entretejido mi horripilante vida. Así de pocos, ni siquiera podía recordarlos bien. Eran tenues y momentáneos, como la lucecita de las luciérnagas. ¿Era merecedora de ello? Puede ser. Quizás porque me había hecho falta más; más familia, más amigos, más ocasiones memorables, o porque me había hecho falta menos; menos tosquedad, menos frialdad, menos indiferencia.
Independiente a los hechos de mi pasado, ya fueran sumantes o restantes, el presente era lo que era: Desolado y melancólico, muy parecido a mi. ¿Mi vida habría llevado otro rumbo, de no haber forzado a huir a quienes más amaba?"
Cerré el libro con un movimiento seco y crucé mis brazos sobre la cubierta, hasta que mi barbilla descansó en ellos. Ni siquiera me molesté en resoplar, o en gruñir, o en pensar en lo frustrada que me sentía. Solo observé el asiento vacío de enfrente, y los estantes gigantes de fondo, aún más resentida.
Finalmente, dejé escapar un bufido. Ésto no estaba bien. Estaba leyendo un libro, en silencio, en paz, sin que nadie me interrumpiese o molestase; podía concentrarme en cada palabra y hasta podía imaginar las escenas.¡No estaba bien en lo absoluto!, ¿Dónde estaba el causante de mis rabietas?
En las primeras dos horas de clases lo vi, sentado junto a la ventana, con un aire tenso impropio de él. Lo observe durante, tal vez, unos cinco minutos. Él ni siquiera se molestó en echarme un vistazo, manteniendo los ojos celestes sobre la maestra Malyorie y lo que escribía en el pizarrón; y ahí lo supe: seguía enfadado conmigo. La forma en la que me ignoró no hizo más que enfurecerme. ¿Acaso creía que me importaba? Porque si la respuesta era afirmativa, lo cierto era que si, me importaba, y mucho, y no podía evitar sentir rencor hacia él, hacia mi, y hacia todo lo que nos rodeaba por ello.
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Jóvenes de Cristo
SpiritualSeis jóvenes con distintas vidas, distintas situaciones, distintos pensamientos, y al principio, distintos caminos, pero al final algo en común, un llamado y un mismo destino, que conllevan una misión: Ir y predicar el Evangelio. No hay nada mejor...