Yuri un hombre tigre presencio la muerte de sus padres a manos de un Lobo cuando solo era un niño. Viktor el último tigre blanco (quien lo salva y lo cria) decide cuidar de él como su hijo, Él solo quiere venganza y matar a todos los lobos tal cu...
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-YURA... NO- le gritaba Otabek, pero las garras del rubio estaban afuera, su respiración era pesada y se podía sentir la sed de sangre que comenzaba a nacer del rubio. Sus ojos brillaban aflorando el mero instinto que controlaba aquellos impulsos de matar.
Viktor por su parte estaba igual a Yuri, ambos se encontraban en estado de cólera, Yuuri se aferró a él ignorando como las garras se clavaban en su espalda- VIKTOR... amor, si se enteran que eres un tigre puede que te den caza... no lo hagas contrólate por favor- Yuuri lo abrazaba con todas sus fuerzas.
Yuri saco su 9mm y miro a Otabek directamente a los ojos- Beka... voy a matarlo- dijo fulminándolo con la mirada, sin previo aviso dio un salto apartando a Otabek de el sin lastimarlo, corrió a la puerta cuando estuvo a punto de abrirla Viktor lo hecho a un lado y salió de la casa.
Aquellos ojos amarillos ahora eran azules, sin embargo, su compleción, su altura, su cabello su maldito rostro, nada había cambiado, allí estaba el lobo que había asesinado a sangre fría a los padres del pequeño Yuri, Viktor lo recordaba a la perfección, él había corrido para advertirle a los padres de Yuri sobre el lobo que lo iba a matar, pero cuando llego ya era demasiado tarde, el ya o estaba ni tampoco los padres de Yuri. Viktor conocía a ese lobo, lo había visto tratando de casar a los tigres, pero era en vano, ya que eran más fuertes que él, aun no se explicaba cómo habían muerto los padres de Yuri, pero no era tiempo para eso.
Jean Jacques Leroy estaba sonriendo y hablando por el teléfono cuando sintió un aroma muy dulce y exquisito que le hacía recordar a un sabor deleitante de poder que había tenido la dicha de disfrutar 10 años atrás, en efecto se había hecho el más fuerte entre los lobos he incluso más fuerte que cualquiera, fue hipnotizado por aquel aroma.
-Hay dos tiernos gatitos entre nosotros y uno de ellos realmente lo quiero para mi...- sonrió ante la idea de poder poseer aquel aroma que lo llamaba a gritos, fue entonces cuando una bala fue directamente hacia él, la esquivo por poco y miro atentamente a su alrededor para encontrar la procedencia de la misma, allí fue cuando se encontró cara a cara con una reliquia que realmente deseaba enfrentar desde hace ya muchos años- El tigre blanco... Viktor Nikiforov si no me equivoco- dijo sonriendo de oreja a oreja. La manada comenzó a disiparse no querían verse envueltos en una batalla que no les pertenecía y sobre todo porque el ambiente apestaba a sed de sangre y venganza.
Viktor realmente era muy buen disparando ya que no le daba el tiempo de recuperarse a Jean Jacques, simplemente seguía disparando y contando las balas que le quedaban, solo le quedaban dos balas cuando logro darle a una de las piernas de Jean Jacques derribándolo, camino hacia el mientras cargaba nuevamente el arma, se colocó sobre él y lo miro fijamente a los ojos.
-¿algo que quieras decir? Maldito infeliz- dijo mientras quitaba el seguro y apuntaba a su cabeza.
Yuri salió corriendo tras Viktor, no quería que él le quitara la dicha de ver como el alma de ese maldito salía por sus ojos, fue entonces cuando miro con horror como el lobo se transformaba lanzando a Viktor lejos de él.
