Yuri un hombre tigre presencio la muerte de sus padres a manos de un Lobo cuando solo era un niño. Viktor el último tigre blanco (quien lo salva y lo cria) decide cuidar de él como su hijo, Él solo quiere venganza y matar a todos los lobos tal cu...
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Yuri corrió lo más que pudo, no podía creer lo que había hecho, no solo acepto ser amigo de un lobo, no solo le conto sus secretos a un lobo, no solo lloro en el pecho de un lobo sino que también lo beso, su orgullo estaba por los suelos, no podía creer lo bajo que había caído, pero lo bien que se sentía, sus pensamiento estaban llenos de aquel lobo azabache que le dedicaba aquellas miradas llenas de un sentimiento que lo hacía sentir seguro y amado, unos brazos que lo abrigaban y lo protegían no solo del frio sino también de sí mismo.
Sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos, sin embargo, nunca noto lo rápido que había corrido adentrándose en el bosque llegando hasta un lago congelado, en pocas palabras se había perdido tanto en pensamientos como en el camino. Decidió sentarse un momento a organizar sus ideas hasta que recordó que solo estaba en pijamas y con un abrigo de Otabek.
Preso de nuevo en aquellos pensamientos acerca del lobo, llevo las mangas del abrigo para oler su esencia, se perdió en aquel aroma que últimamente lo olía para dormir, por alguna razón lo tranquilizo tanto que asumiendo que estaba solo dejo salir sus orejas y cola, de alguna manera todos los pensamientos negativos se disiparon con el aroma de aquel abrigo, se permitió ser libre por unos segundos. Se dejó caer en el suelo mientras tarareaba una canción que escuchaba a menudo con Viktor que, aunque era vieja le gustaba, (Love de Nat King Cole) su cola se movía al son de la canción que tarareaba, realmente estaba perdido en sus pensamientos, suspiraba, reía y se sentía ligero, por un momento había olvidado el odio y su venganza cambiándolo por un sentimiento que la misma canción que tarareaba se lo describía a la perfección. Aun no sabía que lo llevaba a tener tales pensamientos, pero agradecía haber estado solo en aquel lago, porque no permitiría jamás que alguien lo mirara en tan "deplorable" estado.
Otabek quiso detenerlo, pero nunca se esperó con la sorpresa de ver al rubio olfateando su abrigo como si le encantara su aroma, nada lo prepararía para lo que estaba escuchando "Yuri... cantando... mientras olfatea mi abrigo y menea la cola... es demasiado" Otabek no podía ni quería interrumpirlo, conocía la canción que tarareaba y realmente le quedaba como anillo al dedo a los sentimientos que tenía por aquel tigre. Decidió esconderse detrás de un árbol cercano solo para contemplar al rubio.
Yuri realmente se sentía estúpido pero feliz, jugueteaba con su cola y luego con su cabello mientras pensaba en lo bien que se sentía sentir amor por alguien... pero luego su tarareo fue interrumpido por una voz que conocía, esta cantaba la canción que el tarareaba, se sentía sumamente apenado, pero no podía despegar sus ojos de aquel hombre que le cantaba la canción que le gustaba. Otabek estaba parado justo frente a un árbol y le miraba con aquellos ojos chocolate que no parecía mirar más nada que no fuese él.
Otabek no podía creer lo que había hecho, estaba allí, parado frente a la persona que adoraba, cantándole la canción que el tarareaba "solo voy a conseguir que huya" pero para su sorpresa este no lo hizo, solo lo miro con suma atención como si jamás hubiese visto a una persona cantarle antes, sus ojos esmeralda miraban los suyos con atención como si no existiese nada más a su alrededor, realmente podía sentir como todo a su alrededor dejaba de existir por unos instantes mientras se miraban a los ojos, el viento pasaba por aquellos finos cabellos dorados que brillaban cual oro a la luz del sol, ya había descubierto que era lo que sentía, y ahora que estaba seguro no podía dejar ir a aquel tigre así el mundo fuese a acabarse, así su manada no repudiase, debía estar a su lado, debía besar y adorar cada parte de él, estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se dio cuenta que había caminado hasta estar frente a frente del rubio, nunca deshicieron el contacto visual que luego se transformó en contacto físico, había tomado las delicadas y hermosas manos del rubio y con delicadeza las llevo a sus labios besándolas con absoluta devoción.