Alma quebrada

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Despertó sintiendo que acababa de dormirse, no había conseguido descansar por mucho que lo intentó, a pesar de que logró dormir tras escribirle un mensaje a Emma. No pensaba rendirse, no después de ver a la joven escritora de forma natural, siendo ella misma. Averiguaría qué pasó por su mente, qué levantó las murallas una vez más, qué las alejó de forma abrupta.

Mentalmente se preguntó por qué había despertado ya que se sentía cansada, cuando constató que su pequeña Kathe estaba jugando con sus cabellos y hablando sola entre susurros, dibujando en sus labios una hermosa sonrisa, tener a su hija al despertar conseguía transformar el peor día en el mejor, llenaba su alma de paz y ternura. Permaneció con los ojos cerrados unos instantes, disfrutando de las mil sensaciones que la cercanía de su hija le provocaban, escuchando sus susurros, averiguando así que le estaba hablando a su osito, contándole sus aventuras, intentando no despertar a su mamá sin éxito. Cada vez que la pequeña acariciaba sus cabellos y le aseguraba a su peluche que su mamá era la mujer más bella del mundo, tenía que reprimir las ganas de atraparla y estrecharla en sus brazos con fuerza.

A pesar de que deseaba quedarse así para siempre, con los ojos cerrados y embriagándose de la presencia certera de su pequeña, supo que pronto Kathe querría desayunar, por lo que se estiró en el lecho, murmurando palabras incomprensibles y provocando que su rubita saltase a sus brazos al constatar que había despertado, aferrándose a su cuello de forma efusiva y hablando demasiado deprisa, tanto que no lograba comprender nada de lo que decía, solo palabras sueltas como mamá o Emma, sintiendo una punzada en su vientre y recordando brevemente que no había revisado su teléfono, no sabía si había recibido respuesta.

Consiguió romper ese abrazo y salir de la cama, sonriendo a su pequeña con cariño mientras esta saltaba literalmente al suelo y empezaba a correr con su osito en la mano en dirección a la cocina, provocándole una risa suave y un ligero brillo cargado de amor en su mirada, su pequeño terremoto era un pozo sin fondo.

Los siguientes minutos fueron exclusivamente para su hija, para escuchar con paciencia todo cuanto había hecho con su tía Mery la noche anterior, apuntándose mentalmente que debía reprender a su amiga ya que ella había dejado a su hija acostada y nada más salir por la puerta le había permitido levantarse y campar a sus anchas por el apartamento, acostándola mucho más tarde de lo normal. A medida que Kathe le contaba con detalles la película que había visto la noche anterior, ella preparó un desayuno especial para su princesa, como todas las mañanas en las que no tenía que acudir a su trabajo y podía dedicarlas por entero a cumplir los deseos de su pequeña.

Una enorme taza de chocolate, un café y un suculento plato de tortitas para compartir entre las dos fue dispuesto ante ellas en la mesa, mientras se sentaba a la derecha de su hija y, revolviendo sus cabellos, la empujaba a probar ese apetitoso desayuno.

Con los ojos como platos, Kathe se abalanzó sobre las tortillas, llenando su boca y dejando un rastro de chocolate sobre sus labios, provocando las carcajadas de su madre. Sus ojitos azules se clavaron en ella, cargados de admiración y cariño, con una chispa de curiosidad infinita que necesitaba ser saciada, por lo que, tras tragarse el bocado, fijó su mirada una vez más en su mamá y le preguntó sin rodeos por su cita de la noche pasada.

-Mamá ¿Ya sois amigas?

-Desayuna pequeñaja

-¿Fue divertida la cena?

-Mucho, pero eso no significa que ya seamos amigas, es más complicado que eso renacuaja

-Yo me hice amiga de Ashley en seguida mami, no es tan difícil

-Eso es porque tú eres una niña demasiado buena Kathe

Con una sonrisa que encerraba la profunda admiración infantil que sentía por su madre y dándose por satisfecha con sus respuestas, atacó las tortitas sin piedad, devorándolas literalmente mientras Regina permanecía pensativa, con la vista perdida en ninguna parte, hasta que recordó el mensaje y decidió comprobar si había recibido una respuesta.

Tras las huellas de tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora