Capítulo VII

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—¿Yuri? —la voz de Victor llamándolo a través de la línea lo llamó de nuevo al no tener respuesta a su pregunta anterior—. ¿Escuchaste lo que dije?

—Te escuché —afirmó dejando su lápiz de grafito con su block de marquilla en su escritorio, comenzó a pasear por su habitación de un lado a otro, como si fuese un animal enjaulado. 

—¿Entonces...., qué dices? ¿Quieres que salgamos hoy?

El pelinegro ya había estado en diversas ocasiones a solas con Victor, no había razón alguna para que se alterara a la simple propuesta de salir con su amigo ruso. Porque Yuri alegaba que eso eran, sin embargo, al recibir la invitación de Victor en verse en otro lugar no pudo evitar que su mente pensara que era una cita.

No es una cita, Yuri. Es una salida de amigos. —se había reprendido mentalmente al instante que eso pasó por su cabeza.

—Yuri —repitió Victor, alargando la u en su nombre, al aludido le divertía cuando hacía eso—. Necesito alejarme de aquí, Yurio ha estado de mal humor —susurró.

—¿Y por qué susurras? —preguntó igual en un susurro.

—El gatito está merodeando por aquí.

Yuri rió. Victor le había contado que el arpista era un poco gruñón y eso empeoraba cuando se acercaba alguna presentación para la orquesta.

—¿No tienes que ensayar? Ya sabes, tú eres el director ahora.

—Que sea el director no significa que no pueda tener un pequeño descanso, además el ensayo terminó hace una hora pero un gatito se niega a irse —aumentó al volumen en lo último, el pelinegro se imaginó que su tocayo estaba cerca. Escuchó un par de murmullos y seguido un quejido por parte del mayor—. Yurio, eso me dolió, ¡ya vete a tu casa!

Sin poder evitarlo, el pelinegro volvió a reír por la pequeña discusión que escuchaba. En una ocasión acompañó a Victor a la academia donde ensayaba la orquesta y nuevamente había sido testigo de las pequeñas riñas entre el rubio y el peliplata. Le causaba un poco de gracia, parecían hermanos.

—Perdona, por fin pude convencer a Yurio de que se fuera a su casa.

—¿Y cómo lo conseguiste?

—Lo eché del salón —respondió con simpleza—. Así que..., ¿saldremos hoy?

Antes de que pudiera meditar la idea nuevamente, una afirmación salió de sus labios.

—Bien, saldremos hoy.

Acordaron verse en la cafetería de siempre, a pesar de que Victor se hubiese ofrecido a pasar por él en su auto, el pelinegro se había negado profundamente a eso, diciendo que sería una pérdida de tiempo y gasolina

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Acordaron verse en la cafetería de siempre, a pesar de que Victor se hubiese ofrecido a pasar por él en su auto, el pelinegro se había negado profundamente a eso, diciendo que sería una pérdida de tiempo y gasolina.

No tenía idea de a dónde saldría, Victor se había escuchado muy emocionado y un tanto ansioso de que Yuri lo acompañara. En más de una ocasión el nipón intentó sacarle la información del lugar, no obstante, el ruso no dejó escapar ningún detalle.

Art in you. [Victuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora