Capítulo XXIII.

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A pesar de que Phichit no apoyaba al cien por cierto su decisión de regresar a Japón le estaba ayudando a empacar las cosas de su habitación; así fue como comenzaron a guardar recuerdos y vivencias dentro de cajas y maletas.

Yuri guardaba su ropa, dejando sólo la que utilizaría los pocos días que le quedaban en Rusia. Mientras tanto Phichit guardaba cuidadosamente las fotografías de su pared en un álbum para éstas, con el fin de conservarlas en el mejor estado posible.

—¿Puedo quedarme con esta? —el tailandés levantó la fotografía, mostrándole cual deseaba conservar.

Asintió con la cabeza sonriendo de lado.

Era la primera que tomaron cuando se instalaron en su apartamento. En sus semblantes lucían radiantes sonrisas, totalmente emocionados por un nuevo comienzo en sus vidas. ¿Quién diría que esa aventura había terminado ya?

Estaba muy agradecido de que su amigo lo estuviese acompañando, que le ayudase a vaciar su habitación que en muchas ocasiones había sido su único lugar seguro. Victor se ofreció a ayudarlo de igual manera, no obstante, Yuri sabía que eso sólo provocaría que la herida sangrase más.

¿Cómo le dices adiós al amor de tu vida?

—Entonces... —dijo Phichit sentándose sobre su cama viendo como las paredes volvían a ser blancas, sin ningún rastro de su presencia—. ¿Victor también se va?

El nipón dejó escapar un profundo suspiro para posteriormente asentir con la cabeza, dejó de lado el suéter que estaba doblando sobre su escritorio.

—Sí. Aceptó una oferta que le hacían en Nueva York y se irá...

La noticia seguía siendo nueva para todos.

Se sentía feliz de que el ruso pudiese cumplir uno de sus más grandes sueños, aunque, una parte de él, le aseguraba que ese era el fin de todo.

—Todo será tan diferente... —la voz de Phichit se escuchó llena de tristeza.

No dudó en acercarse hasta donde estaba y abrazarlo con fuerza. Claro que le dolía dejar a su mejor amigo. Nadie nunca dijo que decir hasta pronto era una tarea sencilla.

Los brazos del tailandés lo rodearon de igual manera, haciendo la presión como si no quisiera dejarle ir.

—Vamos a seguir en contacto, Phichit —le aseguró tras separarse del abrazo.

—Eso no quita que vaya a extrañarte...

El nipón miró al chico de piel tostada, quien había retomado su tarea de guardar las fotos en silencio.

Como si se tratase de una sesión fotográfica, sus recuerdos llegaron como flashes de un sinfín de cámaras. Iban desde su primer encuentro allá en Japón, hasta la última cena que compartieron solos en el suelo de su habitación viendo una de sus series favoritas.

¿Cómo le dices adiós a tu compañero de tantas aventuras?

¿Cómo le dices adiós a tu compañero de tantas aventuras?

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Art in you. [Victuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora