A lo largo de sus veinticuatro años de vida Yuri había escuchado con frecuencia la frase "las miradas hablan", a pesar de ésto, jamás le tomó mucho importancia aún cuando su madre era quien solía decirla pues realmente no la comprendía del todo y, ahora estando en otro país y frente a una persona la cual a pasos lentos se estaba adueñando de su corazón podía llegar a entenderla.
La mirada que Victor le dirigía lo hacía soltar un gran suspiro acompañado con un levantamiento en sus labios, una sonrisa que ni él mismo se daba cuenta que estaba haciendo. Una cálida sensación le recorría el cuerpo cuando sus ojos achocolatados se encontraban con los azulados; si se ponía un tanto poético podría describir aquello como el recibir un abrazo de alguna persona amada.
Y si intentaba explicar que estaba sintiendo en esos momentos no encontraría las palabras adecuadas para hacerlo, era demasiado que percibir, demasiado que procesar, demasiadas cosas que disfrutar.
—¿Yuri? —preguntó Victor con un puchero.
Ambos estaban reunidos en el departamento del ruso, Victor se encontraba recostado a lo largo del sofá descansando su cabeza en los muslos de Yuri, puesto que el azabache prefirió sólo sentarse y en algún momento de la película había comenzado a acariciar el corto cabello plateado, regalándole suaves caricias a Victor quién estaba encantado de recibirlas.
—No estás poniendo atención, Yuri —volvió a hablar el mayor con tono de reproche sin quitar su puchero.
Por breves momentos el japonés se cuestionó la edad del ruso, ¿realmente tenía veintisiete años? Hubo otra pregunta que cruzó por mente, ¿cómo era posible que ese hombre se viese tan adorable con un puchero?
—Estoy prestando atención —mintió pues desde el comienzo de la película había estado distraído acariciando la platinada cabellera y viéndolo con discreción, haciendo un par de anotaciones mentales para su próxima pintura.
—¿Ah si? —el ruso se irguió y acomodó en el sillón para poder verlo, entrecerrando sus ojos en dirección al nipón—, ¿cómo se llama el antagonista?
—¿Puedo preguntarte algo? —respondió con otra pregunta, sonriendo con falsa inocencia, el ruso se limitó a asentir con la cabeza tras haber rodado los ojos—, ¿por qué te cortaste el cabello?
El ojiazul tardó sólo unos momentos en responder, poniendo uno de los cojines en su regazo.
—Uh..., fue una forma de liberarme; al cortarme el cabello dejé de sentir el peso que había sobre mis hombros.
Internamente Yuri se preguntó si algún día dejaría de sentir la pesadez que existía en sus hombros, esa pesadez que no le permitía realizar las cosas que él deseaba con intensidad y una de ellas sería el mostrarle a sus padres quién era.
—Y respondiendo a tu pregunta previa, el protagonista se llama Billy —dijo Yuri sin hacer algún otro comentario a la respuesta de Victor.
—¡Eres el peor compañero de películas, Yuri! —un tanto indignado el ruso le lanzó al rostro el cojín que abrazaba.
—¡Hey! —replicó el nipón divertido lanzando nuevamente el cojín en dirección a su compañero, dándole justo el rostro—. No puedes golpear a alguien con lentes, son las reglas.
—¡Al diablo las reglas!
En su plan estaba lanzarle el cojín de regreso, sin embargo eso no fue posible ya que Makkachin al ver a los dos humanos jugar, se lanzó hacia ellos, exigiendo ser parte del juego y como era de esperarse su atención se centró en el menor, pasando su lengua por el rostro y empujando un poco a su dueño con las patas traseras cuando éste intentaba acercarse a Yuri.
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Art in you. [Victuri]
Fanfiction[AU] «Sólo el amor y el arte hacen tolerable la existencia.» Todos los días vemos el arte; no siempre llega de la forma esperada, ya sabes, museos, exposiciones, etc, a veces lo podemos ver en las personas que nos rodean. ¿Pensaste alguna vez lo he...