Capítulo 3

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La semana transcurrió más o menos parecida a los primeros días de clases, cursando pendiente de qué tan cerca estaba de mí Facundo, y haciendo visitas rápidas al baño, biblioteca o buffet cuando estaba abarrotada de gente. Me daba terror ir a estos sitios solo sabiendo que en cualquier momento podría aparecer y no sabía si tendría la misma suerte que la vez anterior por lo que decidí no correr más riesgo, consecuentemente mi estrés y crisis nerviosa había aumentado considerablemente desde que supe de la presencia de aquel maldito hombre.

Al fin había llegado el vienes y por suerte no cursaba ese día, jamás había esperado un fin de semana con tanta ansias como ahora pero sinceramente necesitaba un descanso de tanto estrés por lo cual decidí hacer las tareas en la mañana para tener el resto del día para relajarme. Media hora después de haber finalizado mis deberes suena el teléfono celular, al ojearlo noto que era una llamada de Eric.

— ¿Hola? —respondo sonriendo a la pared.

—Te llamo inesperadamente como a ti te encanta ¿y respondes con un simple hola? —responde dramatizando resentimiento.

—Lo siento, ¿Cómo estas cariño? —le respondí.

—Ahora mucho mejor...

Yo río levemente.

—Es sólo que me resulta extraño que tú me llames, no sueles hacerlo con frecuencia.

—Como sea amor, ven y ábreme la puerta.

Miro el celular entornando los ojos, sorprendido.

— ¿En serio lo dices? —pregunto con voz sorprendida entonces escucho sonar el timbre de mi casa.

Como bala salí de mi habitación y me dirigía hacia la entrada, al llegar veo que mi madre ya le había abierto la puerta y lo saludaba con un cálido abrazo (pues mi madre lo adora).

Mi madre es una mujer de cuarenta y cinco años de piel blanca y ojos de un verde intenso —aun más que los míos —a diferencia de mí, ella era bajita por lo que se tuvo que poner en puntitas de pies para llegar al cuello de Mole y eso que hasta a mí se me complicaba llegar a su cuello, me imagino ella.

—Hola señora Donna, ¿Cómo está usted? —pregunta amablemente Eric.

—Bien mi querido yerno —responde en tono meloso mi madre.

— ¡Mamá! No le digas así... Bien sabes que no estamos casados —replico sonrojado por el comentario.

—Pero podríamos estarlo...

Responde Eric antes de que hablara mi madre mientras me observaba con su mirada seductora.

— ¡Eso sería magnífico! ¡Lo apruebo rotundamente! —mi madre hablaba con cierto júbilo en la voz mientras juntaba levemente sus manos y aplaudía contenta.

— ¡Mamá!

—Ay hijo, no debería sorprenderte, todos sabemos que Eric es parte de esta familia desde hace dos años...

—Casi tres —interrumpe Eric corrigiéndola.

— ¡Uy! ¡Como pasan los años! —exclamaba mi madre sorprendida.

— ¿A qué venías Mole? —pregunto para evadir el tema del matrimonio.

— ¡Ah cierto! Vengo para llevarte a comer a casa, hay una reunión familiar y mis padres quieren que estés presente... He notado que últimamente andas muy estresado por lo que me pareció excelente idea para despejarte.

— ¿Estresado? —había confusión en la voz de mi madre cuando noto que levantaba una ceja de forma inquisitiva.

—Sí mamá, es por el ritmo de la universidad, me cuesta un poco adaptarme es simplemente eso.

Lazos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora