Capítulo 4

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Eric paró su motocicleta en la acera mientras yo me bajaba agradecido de haber llegado sano y salvo a su casa y me quitaba el casco, contemplaba su hermoso hogar como siempre sabía hacer cada vez que llegaba. La conocía hace dos años pero simplemente me encantaba su arquitectura: ventanales y puertas angostas y largas, galerías con sillas hamacas de metal y plantas de interiores que decoraban, paredes blancas con pisos de losas brillantes como espejo. Era un caserón antiguo que rozaba lo antiguo y sofisticado con un leve toque de humildad.

Quizá en los tiempos de los bisabuelos de Eric hubiera sido una mansión impresionantemente opulenta y pomposa pero en este momento era simplemente hermosa y humilde sin dejar de lado su imponente presencia.

La familia de Eric era una de las familias más importantes de la región y ciertamente del país. Poseían las bodegas más prestigiosas del país generando los vinos más finos y caros del mundo, a eso se debía tanto lujo, pero a pesar de ser una familia adinerada siempre conservaron la humildad y la solidaridad.

El secreto de su éxito recide que la mayoría de los miembros de la familia Sleimman estudiaron carreras que les serviría para mantener el legado familiar.

Como su padre, el señor Ramiro Sleimman que es ingeniero agrónomo y se dedica al control de los viñedos de la región en dónde vivimos, su madre, la señora Esmeralda Ferrán es organizadora de eventos encargándose de realizar fiestas para promociona la bodega entre los extranjeros que la visitan. Néstor, el hermano mayor de Eric, decidió seguir los pasos de su padre y se convirtió en ingeniero agrónomo llevando el control de la mayoría de las fincas propiedad de ellos, o como Sara, que es enóloga y trabaja en la bodega más grande de la familia, o su hermano Teófilo que es contador y lleva los balances de la empresa familiar.

Luego sigue Eric, quien todos esperaban que estudiase algo con lo que contribuiría al legado familiar, pero al enterarse que estudiaría ingeniería en Telecomunicaciones quedaron sorprendidos, sin embargo sus padres nunca le prohibieron estudiar algo que le gustara por lo cuál decidieron encontrarle qué lugar ocuparía en la empresa luego de su graduación. En ese aspecto la familia de Eric siempre fueron muy abiertos, su lema es: "El estudio es capital que nunca muere" y le encontraba mucha razón a ello.

Eric me acaricia la espalda liberándome de mi transe observatorio y rodeando su brazo en mi cintura me guía hasta la verja del pequeño jardín delantero que antecede a la gran casa. Al entrar notaba que en la cocina se encontraba su madre, una hermosa mujer de cuarenta años de edad (no los aparentaba) delgada, de unos preciosos ojos verdes [de allí su nombre]; pelo lacio rubio y hermosa sonrisa. Su hermana Sara Sleimman también se encontraba allí, ella había heredado por completo la genética de su madre y decían que verla a Sara era ver a Esmeralda de joven, con la diferencia que sus ojos eran de un azul intenso. Ambas estaban haciendo la ensalada y me saludan alegremente.

Mole se quedó hablando un rato con su madre, al parecer lo estaba regañando por no haberse llevado su auto para irme a buscar, mientras yo hablaba con Sara y me comentaba lo atareada que estaba organizando, junto con su madre, los eventos de cata de vino en las exposiciones nacionales y lo estresada que estaba por ello, de hecho se le notaba un poco en la mirada cansada con leves bolsas negra debajo de estos.

Luego salimos al quincho que tenían en el patio trasero y allí en una gran mesa alargada se encontraba sentados Néstor de treinta años de edad, con su melena pelirroja y pecas, ojos verdes, de contextura gruesa y rostro pícaro, junto con su esposa Amalia, una mujer quizá dos o tres años más joven que él, de pelo largo y ondulado chocolate y ojos castaños. Ambos conversaban mientras sus hijos Fernando de cinco años jugaba con un auto de juguete y Micaela de quince años estaba inmersa en su teléfono celular.

Lazos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora