Prólogo

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Una vez más, me levanté de mi escritorio y fui directo a la ducha, para mi completo infortunio, esa incesante costumbre mía de sumergirme en un mundo paralelo cada vez que tengo un escrito en mis manos me hizo no pegar el ojo durante toda la noche y ahora debía ir a trabajar. Un buen baño de agua fría debe funcionar pensaba mientras deslizaba la puerta de cristal que delimitaba la ducha y abría la llave correspondiente, me despoje del camisón y entre al chorro de agua sin pensarlo, ahogue un grito en cuanto el agua helada toco mi piel, pero no tuve más remedio que hacer lo que restaba, ya había hecho la parte más difícil. Terminé mi ducha en tiempo record, y mientras involuntariamente mis dientes tocaban alguna melodía, deslice la puerta nuevamente para tomar una toalla del estante a mi costado y envolverme frenéticamente para comenzar a recuperar calor corporal.

Salí del cuarto de baño completamente revitalizada, el agua fría siempre ha sido mi mejor remedio para las trasnochadas. Un golpeteo constante en el cristal de mi ventana me atrajo, camine hacia allí aún tiritando de frío y deslice la cortina, estaba lloviendo, el viento agitaba las ramas del enorme fresno que yacía frente a mi habitación y que generaba ese sonido inquietante. Resople sin poder evitarlo, estamos en pleno verano y aunque eso significa calor y anhelar un viaje a la playa, en la Ciudad de México también implica estar en plena temporada de lluvias y aunque no me agrade del todo, he aprendido a lidiar con ello.

Recorría mi vestidor buscando algo correcto que ponerme, opte por un traje sastre en color negro con una blusa de seda en tono esmeralda y zapatillas de tacón bajo, que deje a un costado del diván para comenzar a vestirme. Abotonaba el último botón de mi blusa cuando escuche que la lluvia comenzaba a volverse torrencial, me puse los tacones y camine hacia mi cama, que había sido el último lugar donde utilice mi móvil. Mire la hora y supuse que mi padre se había retirado ya hacía un rato a su oficina, opte por llamar a Erica, mi mejor amiga...

— ¿Hola? — reí al notar que recién la había despertado

— Increíble...— dije con sorna

— ¿Qué pasa?— preguntó aun desorientada

— Mira la pantalla de tu móvil...— le dije e inicie la cuenta regresiva en mi mente 3...2...1...

— ¡Carajo!— gritó y yo estalle en carcajadas, juro que podía imaginarla levantarse de la cama de un salto

— No puedo creer que te haya pasado a ti... — dije entre risas

— Siempre hay una primera vez...— río

— ¿Vienes por mí?— pregunté

— Paso por ti en media hora...— confirmó y cortamos la llamada, rodeé la cama para llegar a la mesita de noche y así poder recargar la batería de mi móvil mientras terminaba de arreglarme.

Luego de recoger mi cabello en una coleta alta para evitar los estragos de la humedad en m cabello y de maquillarme para disimular las pronunciadas manchas amoratadas debajo de mis ojos, bajé al comedor para desayunar, y como era de esperarse, Juanita, mi nana, acababa de salir de la cocina con la bandeja lista, no era algo fuera de lo común, un vaso de jugo de naranja, una taza de café, omelette de jamón y queso y un poco de pan tostado pero el glorioso aroma característico de la comida de mi Juanita es único, y se apoderó de mis sentidos al instante.

— Buenos días Juanita...— saludé al pie de las escaleras —Buenos días mi niña...— respondió mientras depositaba el contenido de la bandeja sobre la mesa

— ¿Estás lista para esta noche?— pregunté mientras tomaba asiento, ella sonrió al instante

— Por supuesto mi niña. Lo espero con tantas ganas...—respondió, mostrándome esa tierna sonrisa tan característica suya

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora