Tal vez, seamos para siempre...

Capítulo 1: Bienvenido

En multimedia, les presentó a Marco 😋

Mientras espero e intento comprender la razón por la que mi hermano decidió llegar en vuelo comercial, leo en la pantalla frente a mí los itinerarios de vuelo. Repaso los rostros que vienen en mi dirección tratando de localizar el correcto, me pongo en puntillas para lograr un mejor alcance y a lo lejos noto una cabellera castaña familiar

— Ahí estás...— susurré

Me hice camino entre la gente para que lograra verme, mi metro y sesenta centímetros de estatura no son de ayuda en estas situaciones. Logré salir del mar de gente y acercarme más a él.

— ¡Marco!— grité mientras agitaba mi brazo para llamar su atención y finalmente levantó la mirada. Unos grandes ojos verdes se posaron en mí, las comisuras de su boca se arquearon en una perfecta sonrisa, caminó hacia mí y apresure el paso para alcanzarlo, extendí mis brazos en cuanto lo tuve frente a mí y literalmente me lance a sus brazos

— Realmente estas aquí...— dije casi para mí misma

— Te extrañe...— alce un poco más la voz para que pudiera escucharme, y al mismo tiempo enterraba mi rostro en su pecho, necesitaba asegurarme de que no estaba soñando

— También te extrañe...— susurro contra mi oído

— Tengo una sorpresa para ti...— le dije mientras me separaba de él

— Déjame adivinar... ¿Se come? — preguntó son sorna, cuando éramos pequeños, normalmente le obsequiaba golosinas y muchas cosas para comer

— No, no es comida — respondí de mala gana, a lo que él sonrió

— Bien, entonces haz ganado mi curiosidad...— le di un pequeño golpe en el estómago y comencé a caminar, el soltó una carcajada y apresuro su paso.

Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, podía sentir las miradas de la gente sobre nosotros, sobre todo de las féminas que me escudriñaban de arriba abajo sin piedad, estoy consciente de que no parecemos hermanos, pero esto es un nuevo nivel. Él es idéntico a mi madre, tiene un aire principesco, cabello castaño y ojos verdes, una tez naturalmente bronceada que probablemente fue lo único que intercambiamos de nuestros padres y una barba cerrada muy bien recortada que, odio admitir; lo hacía ver muy varonil.

Por fin entramos al estacionamiento y saque las llaves de mi bolsillo

— Tu conduces...— dije mientras le arrojaba las llaves

— Bueno, parece que no tengo opción... ¿Dónde está el auto?— preguntó mientras alzaba los brazos y miraba los autos como si estuviera totalmente perdido — Solo presiona las llaves genio...— lo hizo, acto seguido; las luces de un flamante Audi A8 se encendieron a un par de metros de donde estábamos. Me miró de reojo y comenzó a caminar hacia el auto. Le dio una vuelta entera y se quedó parado observando como si no creyera lo que estaba viendo

— Es un regalo de parte de papá y mío — le dije riéndome en su cara y él seguía mudo...

— ¿Vas a subir las maletas o vas a mirar el auto para siempre?— pregunté cruzando mis brazos y levantando una ceja.

— Eres la mejor hermana del mundo Sam — al fin pudo abrir la boca

— Lo sé...— respondí alzándome de hombros

Tomamos las maletas y él abrió la cajuela; subimos al auto y abrochamos nuestros cinturones

— Bien hermanita prepárate...— dijo con una sonrisa de oreja a oreja