Capítulo 17

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Di media vuelta sobre la cama, extendiendo mis extremidades sin miramientos, la cama era enorme, tanto, que podía dar un par de giros más sin la preocupación de que pudiera caer, aunque... Fruncí el ceño y a tientas, por fin me di cuenta de que ya no había nadie a mi lado, la cama era enorme, sí. Pero con lo primero con lo que me topaba era con los firmes pectorales de mi novio. A duras penas abrí los ojos y lo único que pude distinguir fue el reloj en su mesa de dormir, debían pasar de las cinco de la mañana si ya estaba fuera de la cama.

Habían pasado casi dos semanas desde que me mudé con él y a estas alturas ya sabía que cada mañana se levantaba a hacer ejercicio antes de comenzar el día, acondicionó una habitación como gimnasio que yo también utilizaba muy de vez en cuando, prefiero ejercitarme en el agua, aunque tendré que adaptarme a lo que tengo a mi disposición. A pesar de ser sábado, y de que preferiría quedarme envuelta entre las cobijas, decidí levantarme y esperarlo con el desayuno listo para cuando terminara con su rutina.

Puse un poco de música y empecé a cocinar, no estaba muy segura de que hacer, pero estaba consciente que debía ser ligero, un omelette con claras de huevo y vegetales estaría bien. Estaba terminando de acomodar los platos en la barra de granito situada justo en medio de la cocina cuando por pura inercia, voltee a mirar las escaleras.

Alejandro bajaba cada escalón tranquilamente, observándome desde la distancia, acaba de tomar una ducha, el cabello húmedo y el fuerte olor de su colonia me lo demostraban, sin mencionar el hecho de que solo estaba vestido con unos pantalones deportivos que no le quedaban nada mal...

— Buenos días preciosa...— y ahí estaba, la sonrisa socarrona que hace cada vez que me descubre observándolo de pies a cabeza, ¿Cómo no iba a hacerlo? es ridículo no prestar atención al fruto de su labor matutina ¿no?

— Buenos días... — desvié la vista a los platos frente a mí

— Te prepare el desayuno, debes estar hambriento...— acerque un plato hacia el lugar que había asignado para él, podía verlo por el rabillo del ojo, me observaba de arriba abajo, sin miramientos. No pude evitar sonreír.

— Si...— dijo mientras apoyaba uno de sus brazos en la barra, sin quitarme los ojos de encima...

Me di la vuelta para ir al refrigerador y cuando vi mi reflejo en este supe porque me miraba de ese modo, arquee una ceja y busqué sus ojos en el reflejo, lo mire fijamente y cuando lo noto, mordí mi labio inferior para luego abrir la puerta, buscaba algo para beber cuando un empujón la aparto de mi mano e hizo que se cerrara de golpe...

— Debiste ponerte algo más...— dijo con voz ronca, seductora, podía sentir su aliento en mi nuca y como eso erizaba cada vello de mi cuerpo

— Con ese camisón, lo único que pienso comer es a ti...— soltó la liga de mi cabello, desbaratando el moño improvisado que había hecho, rozó con la punta de su nariz mi cuello y sentí mi estómago en caída libre

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora