Capítulo 30

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Vete, no quiero verte...

¿Qué haces?

No, él no tiene nada que ver en esto...

Espera, Alejandro... ¡No!

Abrí los ojos de golpe en el instante en el que reviví el momento en el que se abalanzó contra Satoru.

— Solo fue un sueño Samanta...— murmuré pasando ambas manos por mi cara, intentando relajarme.

Pero fue inútil, enseguida pude sentir el relieve de mi piel hinchada por las suturas.

No fue un sueño, y me quedaba más que claro.

Arranqué las sabanas de mi cuerpo y me levanté para ir directo a la ducha, tenía la firme intención de ir a la oficina.

Que mi subconsciente me traicionara y reviviera ese momento en mis sueños fue una buena sacudida, sin embargo, no iba a doblegarme.

No iba a permitir que ese incidente me hiciera restarle importancia al resto de aquel magnifico día, había pasado el cumpleaños más significativo desde hace años y la algarabía que afloraba desde mi interior por ello no me la quitaría nadie.

Al salir de la ducha con lo primero que me encontré fue con una significativa mancha azulada enmarcando mi rostro, alcé ambas cejas sorprendida, anoche no se veía tan mal.

— Mierda...— murmuré mientras recorría mi mandíbula con la punta de mis dedos.

Salí del baño pensando en cuánto maquillaje tendría que utilizar para camuflar semejante golpe. Fui directo a mi pequeño closet y opté por un vestido a media rodilla, sin mangas en color beige, tomé también un saco de color hueso, unos zapatos de tacón bajo me apresure a vestirme, el maquillaje me llevaría bastante tiempo.

Al salir de la habitación, la fragancia de aquellas magníficas flores permeaba cada rincón del departamento, me fue inevitable sonreír y también fue inevitable fruncir el ceño en cuanto el dolor por la suturas en el labio apareció.

Camine hacia la cocina, Satoru ya estaba sentado con un plato de fruta sobre la barra y una taza de café en la mano.

— Buenos Días... — saludó en cuanto cruzamos miradas.

— Buenos días —

— ¿Cómo te sientes? — preguntó sin quitarme los ojos de encima, prestando especial atención a mi rostro.

Hice una mueca y me alcé de hombros para luego ir directo a la cafetera.

— No me puedo quejar, al menos no tengo la mitad de la cara inflada como un globo...—

Le di un buen sorbo a mi café y me acerqué a él para sentarme a su lado.

— Pero sí ese hematoma... — dijo mientras seguía leyendo algo en su tableta

Toqué mi rostro de inmediato, no esperaba ese comentario. Me había esmerado con el maquillaje para ocultarlo.

— Tranquila, apenas se nota. Hiciste un buen trabajo con el maquillaje, es solo que, sabía que hoy se vería todo mucho más aparatoso, creí que recibirías un choque fuerte al verte en el espejo. —

Dejó la tableta sobre la barra y se cruzó de brazos.

— Supongo que piensas ir a trabajar...— asentí

— Creo que es mejor que te quedes aquí. —

Negué con la cabeza de inmediato

— Preferiría estar fuera, ya sabes, por si piensa regresar. —

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora