Capítulo 20

79 4 0
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Rondaba la ciudad sin saber a dónde ir, me sentía perdida. La ira dominaba mi cuerpo y no podía relajarme, me sentía la mujer más estúpida del mundo. Siempre fui racional, fui renuente a enamorarme al principio ¿Cómo llegué a este punto? por primera vez me deje llevar por mis sentimientos y ahora en un instante el piso firme y seguro que pisaba desapareció, sentía que estaba cayendo en un hoyo profundo del que no estoy segura si podría salir.

Continúe dando vueltas por la ciudad hasta que decidí detenerme en un pequeño bar luego de que la luz que me indicaba que el tanque estaba por vaciarse se encendió. Realmente no estaba segura de en qué parte de la ciudad me encontraba, no es una zona que haya visitado antes sin embargo, no parecía un sitio peligroso y la mejor parte era que Alejandro no se atrevería a buscarme aquí.

Bajé del auto y con las piernas temblorosas entré, me senté en el primer banco frente a la barra, no tenía fuerzas para entrar más allá.

— Hola linda, ¿Qué te sirvo? — una voz amable me hizo levantar la mirada, encontrándome con una mujer madura que me observaba con curiosidad

— Lo que sea. Necesito dejar de pensar...—

— ¿Estas bien? —

Intente reír ante su comentario, ¿tan mal me veo?

Mi respuesta llegó cuando la mujer me miró con pena y se dio la vuelta enseguida para luego dejar frente a mí un caballito de tequila.

— Gracias...— alcé el pequeño vaso a modo de brindis y lo bebí de golpe.

Disfrute el ardor que recorría mi garganta, la sensación de alivio era placentera, aunque solo fue por un instante.

— Deme otro. — deslice el vaso con destreza hacia ella, dejándola un tanto sorprendida.

Uno tras otro bebía cada vaso que ponía frente a mí, buscando con desesperación esa sensación de alivio.

— ¿Y de que puede sufrir una niña rica como tu hija? —

Fruncí el ceño luego de poner el vaso en la barra, la mujer me miraba atenta, con cierto aire de dulzura mientras limpiaba algunas botellas de las repisas

— No es común ver un auto como ese por aquí linda, y tampoco ver a una muchachita tan linda como tú, con esa cara. — sonrió con ternura

— No tengo intenciones de incomodar a nadie — respondí cabizbaja

— Para nada hija, este lugar está abierto para todos. Solo que, para terminar con un mal de amores una botella no va a ser de mucha ayuda... —

Apreté el caballito de tequila con fuerza cuando lo dijo, dio en el clavo

— Yo, no creo que solo sea un mal de amores —

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora