Capítulo 5: Tú y yo

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El frío viento que se colaba por el balcón provocó que un intenso escalofrío recorriera mi cuerpo, me removí entre las sábanas para calentarme un poco y abrí los ojos solo para asegurarme de que la oscuridad seguía presente, y al hacerlo mis sentidos se agudizaron permitiéndome escuchar las gotas de lluvia chocar contra el cristal y los pasos acelerados de mi padre y mi hermano cruzando el pasillo. Me deshice del cobertor para sentarme sobre el mullido colchón y alcancé mis muletas con la intención de acercarme al balcón. Al correr un poco la cortina observé el Audi que estaba estacionado en la entrada y a mi hermano y a mi padre bajar los escalones de cantera con maleta en mano, las cuales literalmente arrojaron al asiento trasero para que con la misma prisa, entraran al auto para finalmente, cubrirse de la lluvia, las luces traseras indicaban que estaba por encenderlo y segundos después estaban camino al aeropuerto.

Estaba por volver a la cama cuando escuche algunos pasos bastante cerca, mire la pantalla de mi teléfono que había tomado para iluminarme el camino y eran casi las cuatro de la mañana. Me sobresaltó el sonido de la perilla de la puerta girando; di media vuelta y una silueta negra estaba entrando a la habitación.

— ¿Alex?— Pregunté

— Lo siento, ¿te asusté?—

— Un poco...—

— ¿Qué haces despierta a esta hora?—

—Bueno, el viento entraba por aquí y me levanté para cerrar la venta...— fruncí el ceño — ¿Tú qué haces aquí?— reformule mi oración drásticamente

— Solo, tenía ganas de estar contigo...— rió un poco

— Bueno, hace frío. Ven...- avancé hacia la cama y me metí entre las cobijas.

Alex quitó las cobijas de encima con cuidado y entró para luego cubrirnos de nuevo por completo. Me acerqué para terminar acurrucada en su pecho, él me rodeo con sus brazos y, a pesar de lo frío que estaba, terminé sumergida en un profundo sueño.

El canto de un ave que se había posado en la rama de un árbol justo frente a mi habitación resonaba en mis oídos, estiré mis brazos y me di cuenta de que no había nadie a mi lado, me senté en la cama y tampoco había nadie alrededor. Volví a agarrar mis muletas y me dispuse a ir a la planta baja; cuando salí de la habitación un olor extraño llegaba desde abajo, me acerqué a las escaleras y me asomé por el barandal.

Alex estaba intentando cocinar algo, tenía harina regada por todo el piso, en un tazón había roto un par de huevos que llevaban algunos grandes trozos de cascaron que podía ver desde donde estaba, en el sartén la mantequilla chisporroteaba e intentaba esquivar las gotas ardientes que volaban hacia él.

— ¿Qué haces? — pregunté desde arriba

— Ah, hola preciosa intento hacer el desayuno — dijo mientras seguía esquivando las gotas de mantequilla que volaban por doquier

— Creo que necesitas ayuda...— sonreí y comencé a bajar las escaleras con mucho cuidado para soportar un poco el dolor...

Cuando llegué a la cocina quité el sartén de las llamas y apagué la estufa.

— Muy bien Señor Ferrera, comenzaremos con preparar la masa de los hot cakes nuevamente...— hice a un lado el tazón que él había preparado con sutileza y el asintió un tanto avergonzado

Mientras tomaba la caja de harina que estaba en la barra, él se limitó a observarme desde el otro lado de la barra. Una vez que terminé de hacer la masa le pedí que viniera conmigo, se acercó dudoso, comencé a darle indicaciones de lo que debía hacer y entonces logró cocinar un par exitosamente...

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora