El sonido del agua cayendo de la ducha me despertó, me levanté de un movimiento de la cama y una punzada en mi cabeza me hizo sentarme. La luz del sol que iluminaba la habitación me cegaba como un faro, anoche Ana, Martina y yo salimos a celebrar la despedida de soltera de Erica.
Fuimos a un bar, luego cuando entramos en ambiente, decidimos ir a bailar a un antro tras la insistencia de Martina y para ser honesta, luego de eso no recuerdo nada y mucho menos tengo idea de cómo ni cuando llegamos a casa...
La puerta del baño se abrió y Erica salió envuelta en una toalla...
— Ahora entra tú, el baño ayuda bastante...— dijo un tanto reconfortada, asentí y a duras penas me levanté.
Entre a la ducha sin importarme la temperatura del agua, de hecho, entre más fría estuviera el agua mejor. Luego de un muy largo baño y una charla entre Erica y yo intentando averiguar qué fue lo que pasó, resulta que volvimos a casa en un taxi que Ana y Martina nos consiguieron, Erica tiene fragmentos borrosos de ese momento, recuerda vagamente habérselos pedido cuando sintió que no podríamos más, ambas éramos conscientes de que Marco había ido a recoger a sus amigos al aeropuerto y tendrían su despedida de soltero, y Alejandro había salido de viaje de negocios a París, así que también quedaba completamente descartado, aunque llegaría esta noche para la boda.
Bajamos en shorts y con camisetas de tirantes, el cabello húmedo y alborotado, sin una gota de maquillaje y con una resaca que podía verse a un kilómetro de distancia...
— Parece que ustedes la pasaron mucho mejor que nosotros... — una voz masculina que provenía del comedor, nos hablaba en inglés y con un perfecto acento británico. Ambas fijamos la mirada en el chico rubio y de ojos ámbar que estaba sentado en el comedor.
— ¡Paul! — alcé la voz emocionada, error; la punzada horrible en mi cabeza se hizo presente
— ¿Pero qué haces despierto? — pregunte masajeando mis sienes
— Son las 8 de la mañana- pregunté
— El cambio de horario no es fácil de asimilar, y tampoco el sabor del café... — dijo con un gesto extraño mientras sutilmente, hacía a un lado la taza de café.
— Ella es Erica, la novia... — le dije sonriente, se puso de pie y la saludo con la misma gran sonrisa
— Es un placer Paul... — respondió Erica efusiva.
— Juanita ¿podrías preparar un poco de té? — dije riendo al ver que aún parecía sufrir con el sabor del café en su boca.
— Está listo para mi niña Erica, no sabía que al joven no le gustaba el café... — respondió apenada.
— No te preocupes, de cualquier modo era difícil para ambos hacerse entender... — asintió y puso las tazas en una charola, sirvió té para ellos y café para mí.
Luego de un rato llevó un plato con un poco de huevos revueltos para Paul y chilaquiles para nosotras.
— ¿Qué es eso? — Paul parecía muy interesado en nuestros platos.
— Chilaquiles...— le dije mientras metía una cucharada a mi boca
— ¿Quieres probar? — le pregunto mi amiga, Paul tosió un poco y negó de inmediato, el vapor que emanaba de los platos demostraba cuán picante era el platillo.
Erica y yo reímos al ver su cara de impresión al vernos comer tranquilas mientras él casi se ahoga con el simple olor.
— Buenos días... — Marco se acercó a nosotros y besó a Erica antes de sentarse a su lado.
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Tal vez, seamos para siempre...
Lãng mạnEl primer amor; desafortunadamente en la mayoría de los casos, no es definitivo. Pero queda sembrado muy en el fondo de nuestro ser. Samanta Carballido, una joven hermosa y privilegiada, enfocada en su vida laboral, con fuertes lazos familiares y a...