Capítulo 13

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Tres semanas, eso fue lo que me tomó organizar la cena, fue mucho más tiempo de lo que había planeado al inicio, pero tenía tanto trabajo nuevo y pendientes por mi ausencia que no pude evitarlo. Afortunadamente, pude coludirme con Aurora y me otorgaba permisos para salir sin que Erica sospechara nada. Marco no pudo ayudarme, por más esfuerzos que hizo para terminar sus proyectos, surgía algún otro sin aviso, así que tuve que arreglar todo por mi cuenta.

Alejandro en cambio, escapaba de su oficina en cuanto lo llamaba pidiendo auxilio, me ayudó muchísimo, me llevaba de un lado a otro buscando lugares potenciales y no dudaba en aportar ideas cuando no sabía qué hacer. Con cada minuto que transcurría a mi lado ganaba más terreno en mi corazón, había llegado al punto de acostumbrarme tanto a su compañía que sentía como una necesidad tenerlo cerca.

Al líder del grupo que contraté, lo puse al tanto sobre la posibilidad de pedirles que me acompañaran con la música para cumplir con la petición que me había hecho mi hermano y esta fue la única cosa en la que Alejandro no me ayudo, si él lo sabía, me sería imposible emitir alguno sonido.

Ensayaba varias veces al día, no por mucho tiempo, ya que no quería levantar sospechas. Recordaba mis ejercicios de vocalización y me era más fácil practicar en el jardín donde nadie pudiera oírme, fue todo un reto bloquear mis recuerdos a lado de mi madre, así que, si los sentimientos llegaban a dominarme, no quería ser vista, tenía que controlarlos si quería darle esta sorpresa a todos.

Revisaba de nuevo la lista que había hecho para asegurarme de no olvidar nada, hice un par de llamadas para confirmar y finalmente di un suspiro de alivio. Todo estaba listo, este fin de semana sería el gran día.

Un par de golpes en la puerta me distrajeron de mi labor

— Pase...— indique mientras tomaba un documento para revisar.

— La señorita De la Fuente me pidió comunicarle que la espera en su oficina... — dijo mi asistente asomando medio cuerpo por el umbral de la puerta

— Gracias Ana...— estaba por salir para continuar con sus labores — Espera, necesito un favor...— asintió y me miró con atención, esperando mi petición — Llama a la oficina de Marco y diles que me devuelva la llamada en cuanto esté disponible... — volvió a asentir y regresó a su escritorio.

Reacomode los documentos en mi escritorio y me puse de pie para dirigirme a la oficina de mi amiga, caminaba por el pasillo y decidí pasar por la cafetería para llevar un poco de té para Erica y café para mí, sabía que me había llamado para que la pusiera al tanto de todo lo que ha pasado con Alejandro.

Estaba por llegar a su oficina cuando Martina, su asistente, alzó la bocina del teléfono para notificar mi llegada, se levantó de su escritorio y abrió la puerta de cristal con prisa al verme con las manos ocupadas — Gracias Martina... — le dije sonriente mientras cruzaba el umbral de la puerta.

Mi sonrisa se borró al instante, tenía un laberinto frente a mí, como siempre, su oficina estaba llena de trípodes exhibiendo sus bocetos, regados por todas partes, y su escritorio, en ese escritorio era difícil encontrarla detrás de todas esas hojas con dibujos de sus nuevos proyectos o ideas. Erica tiene una imaginación increíble, en serio. Nunca para, siempre está dibujando algo o se pierde en sus pensamientos cuando menos te lo esperas, es extraño cuando recién la conoces pero cuando te acostumbras, sabes que es completamente normal, es parte de su esencia, su vitalidad proviene de su pasión por el dibujo, es su fuente de energía inagotable.

— ¡Hola! — saludó enérgica, como acostumbra.

— Buenas tardes señorita, le traje un delicioso té de limón...— Sonreí y extendí mi mano para que tomara el vaso una vez que había cruzado la pista de obstáculos.

Tal vez, seamos para siempre...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora